"Todo problema tiene una solución, salvo la muerte, así que mientras haya vida habrá una manera de salir de ese problema", remarcaba Mario Flores el pasado jueves en la sede de La Opinión de Málaga, del grupo Prensa Ibérica.

Este sonriente mexicano, que el año que viene adquirirá la nacionalidad española y que está acompañado por su madre, Ana María Flores, de 84 años, sabe bien de lo que habla porque pasó 20 de sus 57 años de vida en una celda de 1,5 metros por 1 durante 23 horas al día, en el corredor de la muerte de una prisión de alta seguridad en Illinois (Estados Unidos) y a la espera de una inyección letal.

Iba para saltador olímpico de trampolín representando a México pero, emigrado a Chicago con sus padres y sus cuatro hermanos, en 1984 lo acusaron de haber matado a disparos a un hombre cuando, en el momento del crimen, celebraba la cena de Nochevieja con su familia. Pesaron las acusaciones de dos amigos con antecedentes penales a los que prestó su coche y lo pagó caro. Curiosamente, el policía que le detuvo ha visto cómo, en los últimos cinco años, 14 personas a las que envió a prisión y que terminaron como Mario en el corredor de la muerte han sido liberadas tras denunciar irregularidades.

Ramiro y Ana María con su hijo en la prisión de Illinois.

Gracias al azar, Mario Flores inició en prisión una correspondencia con el malagueño Francisco de Paula, quien en 2001 se presentó en la sede de La Opinión de Málaga para tratar de dar a conocer su caso y demostrar su inocencia.

En esos años en el corredor de la muerte, Mario había aprendido a pintar al óleo, sus cuadros llegaron a Málaga y la Diputación Provincial le organizó una exposición. A la inauguración de esa muestra, en julio de 2001, acudieron, emocionados, sus padres, Ramiro y Ana María Flores. "Tener a un hijo condenado a muerte es una pesadilla, pero hay que tener esperanza", confesaba la madre en una entrevista a este diario.

Los padres de Mario en la muestra de su hijo en 2001. Arciniega

Tres años después y tras miles de cartas de malagueños pidiendo la revisión del juicio y sendas mociones institucionales del Ayuntamiento de Málaga y la Diputación Provincial el gobernador de Illinois decretó su salida de prisión con una polémica decisión: le conmutó la pena de muerte por 40 años de cárcel, reducidos a la mitad por buena conducta. De este modo, evitaba pagar una indemnización millonaria a Mario Flores. "Tuve que declararme culpable para salir; en un principio no quise pero mi padre me convenció", explica.

Salvar vidas ajenas

Durante esas dos décadas aguardando cada mes de mayo una inyección letal, además de aprender a pintar se sacó la carrera de Derecho, se convirtió en abogado y logró sacar del corredor de la muerte a 13 de sus compañeros, que hoy son millonarios por las indemnizaciones que recibieron.

Mientras habla de sus compañeros mira a su madre, quien subraya que lo prefiere libre y vivo aunque su país de adopción no le haya pagado un céntimo por esas dos décadas de penitencia. ¿Cómo lo pudo soportar?: "Convirtiendo ese infierno en un jardín de aprendizaje, educando a los presos, con lo que adquiero un cierto poder que utilizo para mantener las cosas tranquilas en prisión", responde.

Mario Flores llega libre a Málaga en 2004, acompañado por Joaquín José Martínez y su madre, por el malagueño Francisco de Paula y sus padres Ramiro y Ana María. Javier Albiñana

A su lado Ana María Flores sonríe esplendorosa. Cuando visitó Málaga por vez primera en 2001 tenía 21 años menos pero una tristeza insondable en el rostro. "Yo venía derrotada, con muchas dudas y ustedes los malagueños me dieron ánimo, salía a las calles y me decían que iba a ganar. No quería irme de esta vida sin expresar esa gratitud, gracias a toda España por sentir ese apoyo muy necesario", confiesa entre lágrimas.

La madre de Mario Flores sigue adelante pese a dos graves accidentes de tráfico y 58 operaciones. «Tuve la fortuna de vivir y tengo el amor, el apoyo levanta a cualquier persona», subraya mientras contempla a su hijo. Hace dos años perdió a su marido Ramiro por Covid y ahora ha dejado Chicago, donde sigue viviendo, para visitar España unos días, acompañado por dos de sus hijas, y así ver a su hijo Mario, que desde hace poco vive en Barcelona con Ana, su hermana pequeña y Alyssa, de 12 años, su sobrina.

Pero la familia Flores ha querido también pasar unos días en Málaga para agradecer la labor de este periódico, el apoyo de tantos malagueños y dar de nuevo las gracias a la persona con quien comenzó todo, Francisco de Paula.

Conferenciante y una novela

Mario Flores cuenta a José Ramón Mendaza, el director de La Opinión, qué ha sido de su vida desde que salió del corredor de la muerte: regresó a su país natal para convertirse en asesor del Gobierno mexicano y hasta 2017 ocupó el cargo de jefe del departamento jurídico de atención a migrantes mexicanos en Estados Unidos.

A partir de ahí, decidió dar un giro a su vida y convertirse en conferenciante para motivar a empresas y colectivos. En sus años en México impartió charlas a empresas y entidades como Nestlé, Bimbo, el Banco Santander, Pemex (Petróleos Mexicanos) o Mercedes Benz. "La gente no puede entender qué tiene que ver la historia de un condenado a muerte a nivel corporativo o empresarial y al final se asombra", explicaba en 2018 a este periódico.

Con el director de La Opinión, José Ramón Mendaza. GREGORIO MARRERO

Finalmente, tras llegar a ser uno de los conferenciantes más populares de su país, decidió emprender una nueva vida en España, una tierra que, resalta, se ha portado con mucha más generosidad con él que México y, por supuesto, Estados Unidos.

Lo intentó en Málaga pero coincidió con la pandemia y ahora está en Barcelona. Como detalla, según la legislación de nuestro país si un hispanoamericano vive dos años en España con sus ahorros, al tercer año ya puede recibir la nacionalidad española, algo que podría obtener en febrero del año próximo, lo que le permitiría ganarse la vida como conferenciante a este lado del Atlántico.

Mientras tanto, explica, su compatriota la escritora Bibiana Rivero ha escrito una novela sobre su experiencia en la cárcel: 'El canto del pájaro ciego’. "Tiene un giro que me pareció fascinante", admite.

Un momento del encuentro en La Opinión el pasado jueves. GREGORIO MARRERO

En esta época de problemas económicos, dificultades energéticas y con la sombra aún de la Covid, Mario Flores se pone de ejemplo para quienes crean tener un problema insalvable: «Nunca me dejé derrotar, me puse a estudiar Derecho, no para salvarme a mí sino para salvar a los demás, para ayudar al prójimo y eso ya te va dando un sentido a la vida, un motivo para seguir adelante. Si además tienes una buena relación con tu familia y amigos y te apoyan, entonces son las cosas que yo vi y que funcionan siempre», recalca.

Madre e hijo se despiden de Málaga con el agradecimiento en el corazón y la felicidad en sus caras. "Nunca se lo podré pagar a los malagueños", reitera Ana María.