¿Qué es el Comando Igualdad y cómo surgió ‘La Revolución feminista en las aulas’?

Es un proyecto en el que jóvenes con conciencia feminista y con formación entran en contacto con otros jóvenes para fomentar el espíritu crítico hacia el machismo. Con el paso del tiempo, el comando ha ido creciendo y cada vez nos llaman de más sitios para hacer intervenciones. Cuando el Comando cumplió 10 años, nos pareció interesante contar la experiencia en un libro y ocupar un espacio que en la literatura feminista no estaba bien completado. Se trata de un manual para profesores, alumnos y familias sobre la educación afectivo sexual, con códigos QR que permiten profundizar en cada tema.

Escenas como la del colegio mayor donde unos jóvenes gritaron 'putas' a otras estudiantes, ¿demuestra que aún hay un largo camino por recorrer?

Sí, efectivamente. Es muy triste que esto acontezca y que los chicos y las chicas insultadas se lo tomen como una broma.

¿Es más difícil de que los mensajes contra el machismo penetren en los centros privados?

Sí, porque mayormente están asociados a una formación religiosa que quiere mantener el estado de las cosas y que las mujeres sigan sometidas a la cultura patriarcal. Por eso la educación en igualdad no solo no se difunde, sino que se ataca y se cuestiona. Aunque en muchos colegios religiosos y privados está habiendo una contestación, cada vez más amplia, de chicas que no quieren someterse a esos mandatos.

"Con la prostitución perciben que hay dos tipos de mujeres, la mujer a la que respetar y la mujer a la que violar"

¿Qué le parece cómo la 'ley Celaá' introduce la educación en igualdad, sin que haya una asignatura específica, sino que sea un contenido transversal?

Me parece insuficiente. Si queremos una educación en igualdad real, hay que hacer un posicionamiento y unas políticas públicas y educativas mucho más contundentes. Pero tengo esperanza en que sea este Gobierno el que lleve a cabo acciones más integrales. De momento, las aproximaciones son tímidas porque introducir la coeducación en todo el sistema educativo es una tarea compleja y difícil, que trasciende incluso una legislatura. Necesita tiempo y mucha formación del profesorado.

¿Hubiera preferido que el contenido formara parte de alguna asignatura o manual específico?

Sí, sería lo ideal. Porque es muy difícil articular toda una educación afectivo sexual, con un horario, en los currículos, si no hay una propuesta global, integral y muy rigurosa, que cuente con la formación del profesorado y de las familias.

¿Generalizaría la formación en igualdad en los colegios para las familias?

Sí, para trabajar en sintonía. Es una asignatura pendiente y tienen que ser un complemento fundamental del proceso, porque no puede haber contradicción entre el discurso de la escuela y el de las casas.

La educación a las familias es una asignatura pendiente y tiene que ser un complemento fundamental en el proceso

Pero las familias más reacias a la educación feminista no acudirían a la formación.

Pues empezaríamos a hacerlo con las familias más sensibles. Todos estos cambios, que van al núcleo de la desigualdad, no se van a conseguir de un día para otro. Llevamos muchos años, ahora se avanza muy rápido pero también se retrocede.

Según su experiencia como formadora, ¿qué resistencias encuentran los jóvenes para desterrar el machismo?

La primera resistencia es la comodidad. A los chicos se les ha inculcado el sentirse superiores y piensan que con una sociedad igualitaria van perder. La educación afectivo sexual tiene que ayudarles a quitarse esa careta y hacerles ver que tienen mucho que ganar. Por ejemplo, si aprenden a expresar otras emociones, a parte de la ira y la rabia, y a comunicarse, van vivir más intensamente su intimidad y más a fondo el ser quien quieran ser, al quitarse la careta de imposición del género masculino, que les ata a un mundo posiblemente no deseado por ellos.

¿Sigue influyendo la idea del amor romántico y los celos?

Sí. Es una trampa patriarcal muy poderosa. Es el modelo amoroso que se nos ha inoculado a través del 'opio Disney', a partir de las películas, de los cuentos infantiles y nos hace vivir el amor de forma diferenciada. En las chicas, el ideal es la belleza, el sometimiento y vivir el amor como lo más importante en nuestra vida. Y para ellos es como una caza, que hace que se consideren dueños de las chicas, mientras ellas piensan que las controlan porque las quieren. Y entra también la ley del agrado, que conlleva olvidarte de ti misma y agradar a la otra persona en lo emocional, en el cuidado y en lo sexual. Las chicas, aunque se crean que han avanzado en igualdad, en el terreno de lo íntimo, amoroso y sexual, siguen planteando su guion de vida en ese sometimiento, en ese negar tu espacio personal y entregarte a ese amor romántico que te han ido metiendo en vena.

"Si queremos una educación en igualdad real, hay que hacer un posicionamiento y unas políticas mucho más contundentes"

¿Cómo influye la pornografía?

Es el gran problema, porque es una auténtica escuela de desigualdad. A partir de los ocho años, en cuanto tienen acceso al móvil, chicos y chicas pueden acceder a la pornografía porque es muy sencillo. La pornografía es un modelo irreal, misógino, que alimenta un imaginario sexual de dominación para los chicos y sumisión para las chicas.

¿Cree que debería prohibirse el acceso al porno a los menores?

Sí, el Gobierno tendría que actuar prohibiendo y como prohibir es como ponerle puertas al campo, el Gobierno, las familias y todo el sistema educativo debería atacar con otra formación y otro modelo alternativo porque la violencia del sistema pornográfico va a tener y está teniendo unas consecuencias que aún no somos conscientes de su gravedad.

¿Qué concepción tienen las nuevas generaciones de la prostitución?

Hay cierta tolerancia, dado que se vende con el peligroso mito de la libre elección. Hay chicos y chicas que piensan que las mujeres lo eligen libremente y tenemos que tener claro que ninguna mujer nace para ser puta. El problema es que los jóvenes reciben una doble verdad. Por un lado, tienen el mensaje ético de que somos todos iguales, pero la otra verdad es que en su móvil pueden acceder, por poco dinero, al cuerpo de cualquier mujer. Esto es gravísimo porque perciben que hay dos tipos de mujeres, la mujer a la que respetar y la mujer a la que violar.