El presentador y actor Santi Millán sufrió un delito contra su intimidad el pasado mes de junio. Empezó a circular un vídeo sexual en el que aparecía con una mujer por miles de móviles de toda España. Eso desató una ola de solidaridad pero no con él, sino con su pareja, Rosa Olucha. A ella, tanto mensaje de ánimo no le sentó nada bien. Respondió a sus seguidores algo así como que se estaban equivocando de víctima: todo el mundo estaba dando por hecho que era una ‘cornuda’ sin tener ni idea. Además, el que podía estar hecho polvo era su marido.

"Para los que no lo sepan, y ya lo siento, existen muchos tipos de familia. En la nuestra la libertad, el respeto y la tolerancia son los pilares sobre los que hemos construido este proyecto", les respondía ella. Olucha y Millán tenían una relación abierta, pero esto no fue una posibilidad que nadie contemplara.

Estar en una relación abierta significa que cada miembro de la pareja puede mantener relaciones sexuales con otras personas sin que se considere infidelidad. En muchos entornos, contar que tu relación es así desencadenaría una cascada de juicios. Uno de los más repetidos es que si se mantiene una es "porque aún no has querido de verdad”. Le pasó a la autora Aura García-Junco, que cuenta esta y otras anécdotas en su libro ‘El día que aprendí que no sé amar’ (Seix Barral). En él analiza los patrones que mantienen a la sociedad en el binarismo. Todo lo que se salga de ahí, explica, no solo no se entiende sino que a veces se interpreta como una ofensa a su propia relación monógama.

“La monogamia está concebida como el tejado de la sociedad y prácticamente excluye cualquier otra posibilidad”, explica García-Junco. “Las relaciones no monógamas, incluidas las abiertas, siguen cargando un tabú muy grande porque rompen muchos esquemas de lo que se considera el amor verdadero”, añade. Sobre todo si se producen dentro del matrimonio.

Ocurre, en parte, por esa idea de que “el amor es finito”. “En la ‘Ética Promiscua’ (una guía práctica para el poliamor y las relaciones abiertas que escribieron Dossie Easton y Janet Hardy en los 90) se utiliza el concepto de la economía de la escasez: hay una cantidad finita de amor y, entre más personas se distribuya, menos queda para cada una de ellas”, explica.

También se apoya en la tesis de que hay una especie de acto sagrado una vez que tienes sexo con una persona a la que quieres. “Está la idea de que la función de la sexualidad es reproductiva, de que sirve para unir a una pareja dentro de los parámetros tradicionales, como si fuera funcional. Fuera de las relaciones, sigue siendo tildada como una especie de hedonismo sin sentido”, apunta la autora.

Más parejas abiertas

Lo de las relaciones abiertas no es nuevo, pero las encuestas muestran que en los últimos años ha crecido el interés por mantenerlas. O, al menos, intentarlo. La app de citas OkCupid preguntó a sus usuarios si considerarían tener una relación abierta. Entre más de 1 millón de usuarios que contestaron, el 31% por ciento dijo que sí en 2022, en comparación con el 29% en 2021 y el 26% en 2020.

Hinge, otra app de citas también mostró este mismo año que uno de cada cinco usuarios "consideraría" probar una relación abierta, mientras que uno de cada 10 ya había tenido una. "Gente que hace ocho años me decía que no las podía concebir ahora hasta lo ha intentado. O al menos ya entienden que otras personas pueden disfrutar de este tipo de relaciones de manera ética y gozosa. Es un hecho que todo está cambiando", asegura la autora.

El capitalismo es, en su opinión, uno de los motivos por los que cada vez la sociedad es menos monógama: "Hay dinámicas que tienen que ver con el sistema económico que imposibilitan que las relaciones sean como eran antes. Todo es más volátil y rápido. Conocemos a muchas más personas. Resulta más complicado mantener una relación a lo largo del tiempo". Lo mismo que cambiamos más de trabajo o de vivienda, lo hacemos de relación cuando no somos felices en ellas o pensamos que podemos estar mejor.

No es para todo el mundo

Las relaciones abiertas pueden ser una opción más, pero “no es factible para todas las parejas”, según la psicóloga especialista en dependencia emocional y autoestima Silvia Congost. “Lo es para aquellas parejas a quienes, por su forma de entender y vivir el amor, les parezca una buena opción. Para aquellos que lo viven con placer y normalidad. A la mayoría les va a costar porque no se nos educa para concebir las relaciones de esta forma”.

Para esta especialista, abrir una pareja implica tener claro que es una opción que nos resulta cómoda y encaja con nuestros valores y creencias. “Si choca con alguna de ellas vamos a sufrir. Imaginar a nuestra pareja en un contexto sexual con otra persona más allá de la pura fantasía, sabiendo que ha ocurrido de verdad, puede provocarnos ansiedad, obsesión y un gran malestar. Si lo vivimos así, está claro que no nos vale".

Por el contrario, la escritora Coral Herrera, conocida por su crítica del mito del amor romántico, asegura que conoce a muchas parejas que cuentan que, de no haber abierto su relación, habrían roto hace tiempo. Establecer unos límites y hacer pactos, para que las dos personas involucradas se sientan cómodas y, sobre todo, respetarlos, es clave. “No respetar aquello que hemos pactado previamente puede llevar a la otra persona a vivirlo como una traición o una deslealtad, lo que podría ser motivo de ruptura inminente o un punto de inflexión en la relación”, indica Congost.

Diferencias entre hombres y mujeres

La serie 'Intimidad' (Netflix) mostraba el mismo caso que el de Santi Millán pero a la inversa. Cuando un vídeo sexual de la protagonista y aspirante a alcaldesa de Bilbao sale a la luz -incluso en los medios de comunicación, algo imposible fuera de la ficción- a ella la tachan de infiel y él opta por irse de casa, visiblemente afectado. Entre la pena y las mofas que le caen, el espectador se entera de que fue él mismo quien pidió la relación abierta para estar con otras mujeres.

Carol Herrera tiene claro que las cosas no se ven igual en función del género. Históricamente, la monogamia siempre ha tenido un doble estándar: mientras que los hombres podían mantener aventuras fuera de la pareja, o se justificaban por teorías biológicas y evolutivas, las de ellas han estado mucho más penalizadas y castigadas, incluso con la lapidación. A día de hoy sigue habiendo países donde el adulterio es delito.

Por eso en las relaciones heterosexuales los hombres llevan mal lo de la pareja abierta cuando son ellas las que mantienen relaciones sexuales con otros. "Se debe trabajar la honestidad. Es necesario ver cómo cuidamos a nuestras parejas para sufrir lo menos posible. Y saber cómo gestionar los celos, o el miedo a que la pareja se enamore locamente de otras personas", explica.