Cada año miles de estudiantes arrancan el verano con los nervios de enfrentarse a una de las pruebas que marcarán su vida tanto personal como profesional. Después de dos años de Bachillerato, los alumnos se enfrentan a la temida Selectividad, una prueba que puede suponer la apertura, o en el peor de los casos, el cierre de las puertas de la universidad.

A pesar de que existe un temor generalizado entre la población estudiantil a la Evaluación de Bachillerato para Acceso a la Universidad (EBAU), lo cierto es que cada año la media de aprobados en España supera el 90%. Por lo que, la gran mayoría de las personas que se enfrentan a este examen termina celebrando los resultados obtenidos. Bien es cierto que, algunos no consiguen aprobarla o no logran los resultados que les permitan entrar en los grados elegidos, pero, hay que recordar que no es el fin del mundo, pues existen otras vías para llegar a la universidad.

Uno de los puntos más polémicos de la selectividad es que en cada comunidad autónoma es un examen diferente y, algunos alumnos protestan por este motivo. Siempre hay quien dice que el suyo fue el más difícil. Pues, el acceso a la universidad se lleva a cabo con distrito único, esto es, un estudiante que realiza la EBAU en Andalucía puede estudiar, sin ningún tipo de requisito, en Baleares, en Madrid o en el País Vasco. Por este motivo, hay quien defiende que debería unificarse, ya que el sistema actual perjudica a los territorios con mayor rendimiento académico.

Lo cierto es que este será el último año en que los alumnos se enfrenten al modelo actual. Previsiblemente, en 2024 se implantará el nuevo modelo de la reforma educativa de 2021 (Lomloe) y que supone un importante giro en el modo de aprender y, por tanto, de demostrar los conocimientos.

Los autores de los exámenes

Pero, ¿quién toma estas decisiones y quién realiza estos exámenes que resultan tan importantes para el devenir profesional de miles de estudiantes cada año? Como norma general, la elaboración de las pruebas de la EBAU es un proceso que arranca entre 6 y 7 meses antes de la celebración de los exámenes, aunque puede variar en función de cada comunidad autónoma.

Por ejemplo, en Madrid se crea una comisión por asignatura, compuesta cada una de ellas por seis personas (uno de cada universidad pública de la región, y dos profesores de bachillerato escogidos por la Consejería de Educación). En total, 200 personas trabajando medio año para decidir y dar forma a cada examen.

En la Comunidad Valenciana, en cambio, la cifra se reduce a cinco especialistas por asignatura, mientras que en País Vasco solo existen dos coordinadores por asignatura. Y el caso más llamativo es el de Cataluña, donde un profesor se hace cargo de cada materia, y aunque colabore con otros docentes de instituto y universidad, él es  el único que conoce el contenido de cada prueba.

Todos los miembros de estas comisiones aclaran y definen los métodos de corrección en las Reuniones de Unificación de Criterios, y por supuesto, elaboran entre 3 y 8 modelos diferentes de examen (según cada comunidad autónoma).