Veinticinco días encerrado en una habitación sin luz, sin agua, y sometido a azotes las 24 horas del día. Khalid, un hombre libio que profesa la fe cristiana, fue secuestrado por un grupo ultra islamista en su país. "Si no hubiera escapado, me habrían matado", explica entre llantos. Vio cómo otros compañeros morían. Él consiguió asilo en España en 2018, pero implora a los medios de comunicación que no se olviden de la terrible situación de violencia que vive su país. También lo demanda Najibullah, que escapó del mismo tipo de torturas en Afganistán, al negarse a unirse a las guerrillas de los talibanes. Como él, al 90% de solicitantes de asilo en España se les deniega el asilo. "Es muy frustrante que no te crean, después de todo lo vivido", cuenta.

"Imaginaos cómo hubiera sido 2015 si la Unión Europea hubiera activado la directiva de protección para que llegaran los refugiados de Ucrania: no habríamos visto fosas en el mar ni los campos de refugiados en Lesbos para los ciudadanos sirios", ha lamentado Estela Pareja, directora de la Comissió Catalana d'Ajut al Refugiat. Y es que los datos de la entidad demuestran que a pesar de que Cataluña ha acogido 21.847 refugiados que huyen de la guerra de Ucrania (118.122 en el resto de España), hay muchos más refugiados que no reciben ningún tipo de protección. Por ejemplo, las centenares de personas que, a pesar de haber pedido asilo en la embajada española de Afganistán, siguen atrapadas en el país.

Para pedir asilo en España, los refugiados deben llegar hasta suelo español. "Necesitamos vías seguras para evitar más muertes en el Mediterráneo o el sufrimiento en el tránsito, o en los campos de refugiados", ha insistido Pareja. El Estado solo ha traído hasta aquí al 69% de los refugiados que se había comprometido a acoger que están viviendo en campos. El resto, los que llegan por sus medios, deben pedir una cita para hacer el trámite. "No hay citas para abastecer toda la demanda, y hace años que ha entrado el mercado negro, las citas se pueden revender hasta por 300 euros, y mientras estas personas están esperando para tan siquiera empezar los trámites", insiste Pareja.

De repente, sin papeles

El procedimiento para la protección termina al cabo de uno o dos años, cuando se resuelven los casos. En 2021 España sólo respondió favorable en el 10,5% de peticiones de asilo, aunque el 18,6% lo consiguieron por motivos humanitarios. Es el país de Europa con la tasa más baja de reconocimiento, detrás de Suecia (23%) o Francia (25%) y muy lejos aún de Holanda (65%) o Austria (62%). "Tenemos centenares de personas que de un día para otro se quedan sin papeles: no pueden trabajar legalmente, no pueden acceder a ninguna ayuda... es una situación de estrés psicológico gravísimo", ha remachado Pareja.

Najibullah, cuando le dieron el no, tuvo graves problemas psicológicos, hasta el punto de tener que ingresar en un psiquiátrico. Le pasó al verse sin nada, sumado al estrés postraumático de las torturas sufridas, ver como morían sus hermanas y saber que su mujer y sus hijas siguen escondidas en el bosque afgano intentando de todas formas que la embajada de Kabul les permita viajar a España y reencontrarse. "Hacemos lo que podemos con estas personas en varios centros que tenemos con municipios como Sabadell, Sant Boi o Sant Cugat, pero es evidente que muchos terminan en la máxima exclusión", ha lamentado pareja. Es la otra cara, la otra vara de medir, en función del país donde surgen las guerras o los conflictos.