Entre los años 2017 y 2021, los vigilantes de las prisiones han localizado e incautado 10.275 teléfonos móviles en celdas, vestuarios, talleres y rincones insospechados de las cárceles. El dato ha sido sumado por el sindicato de funcionarios penitenciarios Acaip-UGT, que lo ha difundido este martes.

Este recuento de requisas se ha realizado en las cárceles del territorio que estos últimos cinco años ha estado bajo gestión del Ministerio del Interior (todas las cárceles excepto las catalanas; este año ha tomado también la competencia sobre las cárceles vascas el gobierno de Euskadi). La Secretaría de Medidas Penales y Reinserción de la Generalitat no publica el dato, que en Cataluña suelen custodiar los subdirectores de seguridad de las prisiones.

El año 2019 fue el de más aprehensiones de este instrumento, prohibido dentro de las prisiones para evitar que capos y delincuentes de base puedan perseverar en el delito o gobernar sus redes criminales. Ese año se localizaron y retiraron 2.585 teléfonos introducidos ilegalmente en las prisiones.

Según el recuento realizado por Acaip-UGT, los centros penitenciarios de Algeciras y Alhaurín (Málaga) fueron los que más incautaciones registraron, con cerca de 690 y 688 móviles cada una. En esas prisiones se junta una buena parte de preventivos y condenados por los golpes policiales antinarco en el Campo de Gibraltar, y los que tienen que ver con el blanqueo de esa actividad criminal. En Albolote (Granada) fueron requisados 443; en Valdemoro (Madrid), 495; en Valencia (centro penitenciario de Picassent), 437.

Llamar y delinquir

Los delincuentes encarcelados utilizan los teléfonos móviles no solo por continuar en contacto con sus bandas: también para eludir la escucha de sus comunicaciones en el interior de la prisión. Según la central sindical penitenciaria, los presos por violencia de género, los que cometieron delitos de terrorismo o los que pertenecen a bandas organizadas son los internos que más aprecian los teléfonos ilegales, un bien muy cotizado en la prisión.

Buena parte de ellos eluden el detector de los controles de entrada de objetos a las prisiones por carecer de elementos metálicos suficientes como para hacer saltar la alarma. Los autores del estudio afirman que en sus cacheos han encontrado móviles "en suelas de zapatos, botes de refresco, productos higiénicos..."

Las requisas efectivas de estos aparatos requieren, según el sindicato, "personal con una formación especializada". El control se hace "casi imposible" a causa de las más de 3.000 vacantes en la plantilla de los trabajadores penitenciarios de este país, además de "una relación de puestos de trabajo en los centros que no se corresponde con las necesidades reales de los mismos", dice Acaip-UGT en una nota hecha pública este martes.

El tráfico de móviles tensiona la vida penitenciaria de una forma parecida al trapicheo de drogas intramuros: su alto precio genera deudas entre presos, y no pocos momentos de peligro en la vida penitenciaria. El sindicato ha reclamado un correcto funcionamiento de los inhibidores y aparatos de detección en las prisiones para evitar que los internos puedan hacer uso de móviles.