La colada de lava que amenaza con sepultar bajo sus piroclastos, picón canario y cenizas, viviendas, colegios, iglesias y cultivos estará durante mucho tiempo avanzando –tanto como siga activo el volcán–, pero lo hará a muy poca velocidad. La colada ha recorrido en los cuatro días de erupción 3,6 kilómetros de los 6,5 que mide la ladera desde el punto en el que hizo erupción el volcán hasta el mar. Ayer alcanzó la rotonda de la carretera general que hasta ahora era el punto que conectaba los pequeños barrios pesqueros de Puerto Naos, el Remo y La Bombilla con el resto de la Isla. El volcán seguirá expulsando los millones de metros cúbicos de lava que alberga en su interior al menos hasta mediados noviembre, según prevén los investigadores del Instituto Volcánológico de Canarias (Involcan), aunque podría llegar a estar en activo más de 84 días.

Los científicos han realizado esta estimación utilizando los datos conocidos sobre la duración de las erupciones históricas ocurridas en la isla de La Palma, aunque señalan que la pregunta "es muy difícil de responder". Y es que, en las ocho erupciones históricas conocidas en la isla, ha habido de todo. "El Teneguía fue el volcán que menos tiempo estuvo en erupción, un total de 24 días", recuerda Vicente Soler, vulcanólogo del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA-CSIC), que advierte que la que estuvo más tiempo lo hizo tres meses y fue la de Tahuya, que ocurrió en 1581.

La gran colada de lava que arrasa a su paso lo que encuentra, se ha expandido tanto por la extensa llanura de esta zona del oeste de La Palma –supera los 500 metros de ancho–, que apenas logra avanzar unos metros cada jornada. Estas circunstancia han llevado a los científicos a replantearse si finalmente la lava alcanzará el mar. La llegada al océano podría ser otro de los momentos claves de la erupción, dado que, la diferencia de temperatura entre el agua del mar (23 grados) y la de la lava que ha pasado varios días a la intemperie (800 grados) generará la evaporación de todo el agua provocando grandes nubes blancas con alto contenido en sales y tóxicas. El catedrático en Geología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), José Mangas, destaca que, si continúa su paso por los lugares previstos, es posible que incluso forme una «cascada de lava», porque caerá en algún lugar de los 4.000 metros de acantilados que se encuentran entre la Playa del Guirre y el Puerto de Tazacorte.

Como explicó el director técnico del Pevolca, Miguel Ángel Morcuende la colada no se va a parar, pero avanzará «lentamente» debido a que su viscosidad ha ido en aumento y a que hay "determinados hoyos naturales" que está rellenando a su paso. Pese hacerlo sin prisa, a su paso, la lava ha demostrado que es «imparable» y no se puede cambiar su dirección, pese al esfuerzo realizado por algunos de los bomberos desplazados a la isla por tratar de encauzar su paso. "Es un volcán estromboliano de libro", recalca el catedrático en Geología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, José Mangas, que recuerda que este fenómeno natural no ha hecho más que empezar. El experto recuerda que un volcán es como "un ser vivo" que tiene una fase de nacimiento, otra de crecimiento y finalmente una muerte. El de Cumbre Vieja apenas acaba de ver la luz y, en su desarrollo, sufrirá nuevos cambios y fases que, como destaca Mangas, están ampliamente descritas en la literatura científica. Para entender el tiempo que aún le queda de vida, Mangas hace referencia al tamaño del cono volcánico que se ha formado alrededor de la boca principal que a día de hoy se calcula que mide entre 10 y 20 metros de alto. "En Canarias lo normal es que los conos midan entre 150 y 300 metros", recalca Mangas. De hecho, en estos valores también se encuentra el tamaño del volcán submarino de El Hierro, Tagoro, que mide, según explica Itahiza Domínguez, sismólogo del Instituto Geográfico Nacional (IGN), unos 200 metros.

A partir de ahora el volcán llega a nueva fase, algo más estable, aunque esto no signifique que sea menos peligrosa. "Se abrirán nuevos puntos de emisión a los lados del cono y otras bocas se irán cerrando y reabriéndose", señala Domínguez. En definitiva, su evolución será lenta ya que, el cono que está formando a su alrededor tendrá fases de crecimiento y otras de destrucción, cada vez que pierda estabilidad, para luego volverse a reconstruir con el magma que siga emanando hacia la superficie. También podrá sufrir fases más explosivas, como la de la noche del pasado martes, o incluso, reducir el volumen de lava que emana de él. En este sentido, y dependiendo de cómo sople el viento, también es posible que las cenizas que genere lleguen mucho más lejos. En el día de ayer, fue el núcleo urbano de Los Llanos de Aridane el que amaneció cubierto de ceniza. Estas "lluvias de ceniza" podrían viajar hasta cinco kilómetros a la redonda.

Aún bajo el volcán se estima que hay 20 millones de metros cúbicos de magma a 1.300 grados de temperatura. "Cabe recordar que un metro cúbico equivale a 1.000 litros de agua", recuerda Mangas, por lo que en las entrañas del volcán hay 20 mil millones de litros cúbicos de roca basáltica fundida esperando su turno para salir despedidas por las fisuras creadas en la corteza. Este reservorio de magma que se encuentra a unos 6 kilómetros de la superficie está empujando el terreno y elevándolo, deformando la isla. Se calcula que esta deformación del terreno es ya de 29 centímetros, aunque como confirma Domínguez, "está estabilizándose".