Mariano Chóliz, catedrático de Psicología de la Universitat de València e investigador de adicciones como el juego online o los videojuegos, avisa de que el problema es que los padres "no sean capaces de establecer normas apropiadas en el uso de las tecnologías".

Las adicciones tecnológicas, ¿se ha incrementado con la pandemia? 

Las adicciones tienen una progresión en su desarrollo y se requiere tiempo para determinar si un efecto social ha favorecido la aparición y consolidación de la adicción. Me refiero, fundamentalmente, al confinamiento, que puede ser una excelente oportunidad para el tratamiento del juego de azar, pero una vez que se vuelve a las condiciones anteriores, el tema de la adicción al juego será similar. Otra cosa son las nuevas formas de utilización de las tecnologías que nos ha impuesto la pandemia y cómo puedan afectar a largo plazo en el desarrollo de la adicción, puesto que un uso excesivo sin control es una de las principales variables que pueden facilitar las adicciones. La mejor prevención del covid es la distancia social, y en este, sentido, las tecnologías han sido muy útiles. Es necesario, más que nunca, aprender a usarlas para evitar la aparición de efectos secundarios.

¿Qué efectos provocan estas adicciones en jóvenes? 

Hay que distinguir entre la adicción al juego de apuestas, cuyos efectos son realmente devastadores, de los efectos que provocan otras adicciones que, sin ser inocuas, la gravedad no es tanta. De entre las adicciones al móvil, a las redes sociales o a los videojuegos, los últimos son los que pueden tener una mayor afectación, principalmente, abandono e interferencia con las actividades cotidianas y las obligaciones, lo cual conlleva conflictos con los familiares más cercanos. Conflictos que, en algunos casos, pueden llegar a ser muy importantes, y ser el motivo de consulta a los especialistas.

¿Le ha sorprendido que un niño haya sido hospitalizado por su adicción al Fortnite?

Realmente, no. La adicción al juego está considerada como un trastorno mental por la OMS y en algunos casos el tratamiento de los trastornos requiere de una hospitalización o tratamiento en condiciones residenciales. Es cierto que no es la forma habitual de tratamiento en el caso de los videojuegos, pero si en ese caso no había recursos ambulatorios o existía el riesgo de un agravamiento de la salud, es una opción terapéutica que no hay que desdeñar. Otra cosa es que el sistema de salud esté preparado para este tipo de intervenciones en el ámbito hospitalario, que deben ser psicológicas (principalmente conductuales) más que farmacológicas.

¿Qué pueden hacer los padres para ayudar a estos menores una vez que detectan la adicción? 

El papel de los padres es fundamental: por un lado, en el control del uso de los videojuegos, tanto en lo que se refiere a la frecuencia, como a la duración de las sesiones. Pero también en la promoción de actividades alternativas de ocio.

¿Y para evitar que la adicción suceda? Porque en muchos hogares no se duda a la hora de poner la televisión o dejar el móvil al niño, por ejemplo, para que el menor coma mejor. 

Efectivamente, es en casa donde se marca el tiempo, pero a veces no se cumplen las normas. Tan importante como llevar a cabo una buena planificación del uso de las tecnologías es hacerla cumplir. En muchos casos el problema no es que los hijos estén obsesionados por el uso de las tecnologías, sino que las madres y padres no sean capaces de establecer unas normas claras y apropiadas. Y de hacerlas cumplir.

¿Y qué se puede hacer desde las instituciones y los colegios? 

Los centros educativos son el otro entorno más idóneo para la prevención, tan importante, o más, como el familiar. En los centros educativos se puede explicar los riesgos de la adicción por parte de profesores o especialistas, que tienen más información que los padres. Además, son un entorno idóneo para entrenar en un uso apropiado.

¿Hay un perfil de jóvenes que pueden caer en una adicción? ¿O situaciones que la propician? 

Cualquiera puede llegar a desarrollar una adicción; hay que ser claro. Obviamente, hay factores que hacen que alguien tenga mayor vulnerabilidad, como es el caso de situaciones de desamparo, ausencia de recursos que favorezcan las conductas de autocontrol o la promoción comercial excesiva (las tecnologías y el juego son productos económicos que generan muchísimos beneficios a algunas empresas). Pero lo que los padres pueden hacer para prevenir la adicción, de acuerdo con las posibilidades que tiene la familia, es generar un entorno en el que haya unas normas sobre el uso de las tecnologías y un control eficaz de dichas normas. Al mismo tiempo, deben propiciar un ambiente en el cual haya alternativas disponibles al uso de las tecnologías que sean tan atractivas, o más, que los videojuegos o las redes sociales.