Este jueves será un día feliz para Javier Velasco. Una ley regulará la eutanasia y permitirá a miles de enfermos elegir el momento de morir, el objetivo por el que lleva luchando desde hace 36 años el presidente de Derecho a Morir Dignamente que admite, sin embargo, que "morir no es fácil". "Nadie quiere morir, pero a veces la vida es más dura que la muerte", asegura en una entrevista con Efe. Velasco hace repaso de lo que han supuesto estos años de lucha y le vienen a la memoria tantos casos de personas que recurrieron a él pidiendo ayuda y asesoramiento, la mayoría anónimos, pero también otros conocidos como el de María José Carrasco, que abrió de nuevo el debate de la eutanasia en España. Historias como la suya, cree Velasco, han permitido concienciar a la sociedad, ver la "crueldad" que implica a veces la vida y empezar a aceptar la muerte como un hecho natural. "Aceptar que nos vamos a morir y planificar la vida hasta el final porque la muerte forma parte de la vida". Pero de quien más se acuerda estos días es de Luis Montes, su predecesor en el cargo y firme defensor de la eutanasia con el que le hubiera gustado compartir esta celebración, "pero se nos fue antes de tiempo". "Hemos sido compañeros en lucha y militancia mucho tiempo y habíamos pensado poder celebrar juntos la despenalización de la eutanasia".

"Amamos la vida"

"Este día recordamos a mucha gente porque en nuestra labor hay mucha implicación emocional y de apoyo humano", a pesar de que como presidente de Derecho a Morir Dignamente (DMD) ha tenido que oír cómo le calificaban de nazi

"Es todo lo contrario, somos personas que amamos la vida, amamos a las personas y luchamos por sus derechos y libertades y claro que hay implicación emocional en los asesoramientos que hacemos, cómo no lo va a haber".

Sin embargo, y a pesar de lo que pudiera parecer, la tristeza no es la nota predominante en la mayoría de las historias que recuerda.

"Morir no es fácil, nadie quiere morir porque amamos la vida y sobretodo es muy duro porque dejas definitivamente a los tuyos y este dolor siempre está presente. Pero yo he conocido muchos casos en los que, a la vez que dolor, había también serenidad y tranquilidad porque la persona había finalizado su vida acompañada de los suyos, por una decisión deliberada, y eso deja una paz y un bienestar que convive con el dolor".

Reconoce que "la muerte es dura, pero la vida a veces es mucho más dura" y cuando ha acompañado a algún enfermo y a su familia en los últimos momentos admite que sale con tristeza, "pero a la vez con paz y confort, pensando que te gustaría que, al irte, fueras de esa manera".

"La ley no es perfecta"

Velasco opina que la ley que se aprueba este jueves no es perfecta, le hubiera gustado que se eliminaran trabas burocráticas y que se contemplara también a los menores de edad y a aquellas personas que padecen un sufrimiento de origen psicológico.

"Pero damos la bienvenida a la ley, es un paso importantísimo y esperemos que las comunidades autónomas agilicen los trámites para que dentro de tres meses los ciudadanos que pidan la ayuda para morir puedan recibirla".

Y aunque defiende que sean las comunidades las encargadas de administrar la ayuda para morir, no esconde su preocupación en el caso de aquellas regiones gobernadas por la derecha. "Nos preocupa que puedan boicotear la puesta en marcha de la ley, como ocurre con la interrupción voluntaria del embarazo".

Asegura, en este sentido, que su asociación estará atenta al desarrollo de la norma. "Vamos a exigir que los datos se publiquen anualmente, saber qué ayudas se han denegado, qué ayudas se han prestado, qué tipo de patologías han motivado la solicitud y denunciaremos aquellas situaciones en las que creamos que no se atiende a la solicitud de los ciudadanos".

Ley garantista

En cuanto a las críticas de quienes dicen que esta ley señalará a colectivos y les presionará para reclamar la eutanasia, Velasco defiende que es un texto garantista, que exige que la persona afectada manifieste su voluntad de morir en varias ocasiones frente a distintos profesionales sin coacción ni manipulación.

"Esta ley da la posibilidad a cada persona en una situación irreversible y que vive como dramática, pero es una decisión personal. Nosotros siempre hemos mantenido que no se puede hablar de condiciones objetivas de calidad de vida, que eso depende de cada persona", explica.

Y para ilustrarlo pone el ejemplo de Ramón Sampedro. "Él era tetrapléjico y solicitó la ayuda a morir porque sentía que su situación, para él, era indigna, pero hay personas en la misma situación que piensan que su vida es digna, así que a nadie se le va a imponer nada".

Es partidario de divulgar lo que significa esta ley para que la ciudadanía no sea manipulada con mentiras y falsedades como que se va a eliminar a los mayores, que el Estado saca rédito económico o que en Holanda la gente mayor huye para que no la maten... "son cosas que no se sostienen y que no son ciertas".

Trabajo de DMD

Derecho a Morir Dignamente (DMD) tiene 7.500 socios en España. Pocos, tal y como Velasco reconoce y que justifica por el tabú que sigue representando la muerte en nuestra sociedad.

En países como Holanda asociaciones como la suya cuentan con 70.000 afiliados, y el número de socios se incrementó después de aprobar las leyes de eutanasia.

"Tenemos mucho trabajo, es verdad que hay quien piensa que con la ley ya no tenemos sentido, pero seguiremos luchando para que se respeten los derechos reconocidos en la legislación española" y asesorando tanto a ciudadanía como a profesionales.

Velasco calcula que una vez entre en vigor la ley -tres meses después de su publicación en el BOE- las eutanasias supondrán el 1 % de las defunciones. "Siempre será algo minoritario", pero cree que irán aumentando según se vaya consolidando y divulgando.

"Se irá aceptando con mayor naturalidad, respetando por supuesto a las personas que nunca recurrirán a la eutanasia", señala.

"Los contrarios quieren prohibir y nosotros queremos que se permita, respetando la libertad de todos, incluida, naturalmente, la de aquellos que no están de acuerdo. Si no, no sería eutanasia, sino homicidio".