Empezar a movernos y retomar la actividad sin que el coronavirus se escape porque "sigue aquí con nosotros" es la clave del desconfinamiento, según el astrofísico Bruno Sánchez-Andrade Nuño, que explica que el objetivo, más que volver a la normalidad, es "arrinconar al virus" al tratar de recuperarla.

"Un solo error, una sola persona" puede desatar un repunte, advierte en una entrevista con Efe Sánchez-Andrade, uno de los expertos que ha asesorado al Gobierno en el plan de desescalada, con el que se busca un equilibrio entre proteger la salud de la ciudadanía y evitar "destruir la vida de la gente".

Sánchez-Andrade Nuño (Oviedo, 1981) es doctor en Astrofísica y experto en ciencia de datos y tecnología, ha trabajado en la NASA, fue asesor del Banco Mundial y colaborador en varios proyectos y ONG vinculadas al cambio climático, y así repasa el proceso de diseño de la desescalada que -dice- ha estado plagado de dilemas éticos.

PREGUNTA: ¿Cuál fue el encargo del Gobierno en el plan hacia una "nueva normalidad"?RESPUESTA

: El objetivo es cómo afrontamos el proceso, qué podemos aprender de la ciencia, de otros países, de experiencias pasadas... Es poner encima de la mesa un abanico de capacidades y experiencias muy amplios: en términos epideomiológico, sanitario, diplomático, económico, político e incluso filosófico. No es solo el virus y la sanidad, es la economía, la diplomacia, son todas las facetas de la realidad.

P: Los científicos se han visto obligados a trabajar a contrarreloj en un contexto minado por la incertidumbre.R:

La academia funciona con hipótesis falsables, experimentos, exposición a pares científicos, conferencias, con una cadencia que intenta maximizar la excelencia y no cometer errores, a costa de hacerlo más lento. La academia debe seguir su proceder para encontrar la vacuna y entender el virus, pero en paralelo emerge un científico, que yo llamo científico de impacto, que no solamente habla de lo que dicen los artículos sino de cómo integrar esto en la realidad: cómo paramos, durante cuánto tiempo, cómo lo enfrentamos. Un argumento puramente académico te puede decir que hay que actuar para evitar muertes a toda costa, pero un economista te dirá que así puede que el virus no se propague pero vas a mandar al paro a todo el mundo, a una depresión brutal a todo el mundo y provocar problemas muy largos que pueden incluso costar más vidas que estar en casa encerrados.

P: ¿Cómo se establece un equilibrio entre retomar la actividad y proteger la salud?

R: Se trata de conseguir, obviamente, que no se muera la gente, que el virus no ataque a las personas más vulnerables, pero hacerlo de manera que no destruyamos la forma de vida de la gente, y ya no solo se trata del trabajo sino de poder ir a dar un paseo, estudiar, ir al monte... No solamente es salvar vidas, sino que la población pueda hacer su vida lo máximo posible sin que el virus se extienda. No es argumento únicamente epidemiológico, sino de la vida real. Creemos que podemos segmentar la realidad en diferentes factores, pero no. El Gobierno no puede tomar una decisión solamente con una dimensión epidemiológica, sino que debe hacerlo con todas las variables de la realidad.

P: ¿Ha habido dilemas éticos al idear la desescalada?

R: Los dilemas éticos son grandes, no solamente el dilema ético-moral sino el ético-diplomátco, el ético-económico, el ético-estratégico... Estas estrategias están informadas en datos, es importante saber cómo está sufriendo la gente. Por ejemplo, los inmigrantes, los sintecho, tenemos que preguntarnos también por la gente que no vemos.

P: ¿Será complejo llegar a la meta de la nueva normalidad?

R: Es una tarea muy complicada, ojalá cualquier país pudiera dar fechas, que es lo que necesitamos para permitir viajes o turismo, pero desafortunadamente esto no es posible porque depende de varias cosas. Depende de la capacidad sanitaria, de no colapsar hospitales porque tengan que cuidar solo de enfermos del coronavirus, de cómo respondan las regiones, de lo que vayamos aprendiendo del virus. Esto no es un castigo de nadie, la culpa es de la naturaleza del virus. Intentamos normalidad sin que el esfuerzo que hemos hecho hasta ahora se invalide. Es complicado. Optamos por métricas y líneas de horizonte, las dos semanas responden a la cadencia que puede tardar en incubar el virus, y nos informa de cómo van las cosas.

P: ¿Cómo va a ser la vuelta a la normalidad?

R: Ha habido momentos muy duros en esta crisis y es un trauma como sociedad, por eso en esta nueva normalidad tenemos que ser conscientes de la importancia de que estemos cerca, a pesar de la distancia física. Lo bueno de la desescalada es que estamos volviendo a la normalidad, lo difícil es que va a ser lento y paulatino. No es que hayamos encontrado una vacuna y vayamos a volver a la normalidad de antes, esto es ir poco a poco intentando movernos, volver a la actividad pero sin que el virus se escape porque sigue aquí con nosotros. Más que volver a la normalidad es tratar de arrinconar al virus volviendo a esa normalidad. Será despacio, paulatino, cometeremos errores y tendremos que ir hacia atrás y hacia delante, aprendiendo habilidades como sociedad que antes no teníamos. Por ejemplo, la máscara.

P: ¿Cómo de importante será detectar pronto los nuevos casos?

R: Ojalá supiéramos a diario quién tiene el virus y dónde está, pero no podemos. Cuando encontramos un caso hay que "tracear" de dónde viene para ver si hay otros casos y ponerlos en cuarentena. Hay que recordar que el periodo de incubación antes que aparezcan los síntomas, si hay síntomas, es de muchos días. Por eso, los datos de movilidad, de trazabilidad y de vulnerabilidad son importantes. No es lo mismo un contagio en gente sana que en residencias de ancianos o en municipios con una edad media más alta.

P: ¿El éxito de la desescalada será responsabilidad únicamente de los ciudadanos?

R: No exclusivamente porque hay una responsabilidad sanitaria institucional, pero tenemos que participar literalmente todos. Eso es lo bonito, que cuando la desescalada funcione no será solo porque hay un plan sino porque todos hemos sido parte de ese proceso. Hay que reconocer que la sociedad española ha respondido ejemplarmente. Según los datos de Apple y Google, es de los países que más ha participado o hecho lo que pidió el Gobierno. Si hace tres meses nos hubieran dicho que nos iban a prohibir pasear nos habría parecido impensable, propio de un sistema autocrático, pero hemos entendido la urgencia y la necesidad. Las empresas, los partidos políticos, todos lo hemos entendido. Ojalá nos demos cuenta de lo interconectados que estamos y lo importante que es cuidarnos unos a otros. Hablo de distanciamiento físico, no social, porque estamos separados unos de otros pero cerca de las familias y los amigos. Es momento de reflexionar sobre la relación de unos con otros y con el mundo y (...) tenemos que pensar que en nuestros países podemos afrontar esta crisis bíblica pero otros en vías en desarrollo no pueden. Hay otras crisis en el mundo, por ejemplo en el cuerno de África sufren una crisis de mangostas como no ha pasado en siglos, además de la del coronavirus.

P: ¿Por qué España ha sido uno de los países más afectados por la pandemia?

R: Esa es una de las preguntas de oro, entender si lo hemos hecho mal o si nos ha tocado más fuerte por aleatoriedad. Llegará el momento de intentar ver qué ha pasado, pero creo que la naturaleza exponencial de la epidemia es, en buena parte, responsable. Es posible que en enero un turista chino o un responsable de una empresa volara de China a España o Italia y ese solo caso infectase y tuviera un crecimiento exponencial. Creo que nos tocó porque la persona infectada estuvo en el mal momento en el lugar equivocado y empezó las infecciones sin saberlo. No es que las cosas salgan mal por hacerlo peor: un solo error, literalmente una sola persona ha creado este problema mundial, una sola persona que se te escape es lo que te puede crear la situación que tenemos.

P: ¿Se deberían realizar test a toda la población?

R: No es realista realizar test a toda la población, y no solamente por el argumento económico (...) también logísticamente.

P: Los científicos esperan una segunda ola de la COVID-19, ¿estaremos mejor preparados?

R: Hemos aprendido un montón, todos hemos hecho un curso acelerado de cómo afrontar la pandemia. Por razones puramente epidemiológicas y también de movilidad es muy probable que haya una segunda ola, que tengamos otras oleadas, pero hemos aprendido y tenemos capacidades mejoradas para hacerle frente. Tenemos métricas y factores que medimos todos los días. Si pasa, la situación será muchísimo mejor a nivel mundial, europeo, nacional, provincial y de municipio.