La ciencia sigue explorando en el secreto de la longevidad mientras la humanidad alarga su esperanza de vida y los 100 años ya no se vislumbran como un objetivo -o una meta volante- solo excepcional.

Aunque las investigaciones siguen abiertas a nuevos hallazgos, numerosos estudios tratan de identificar las claves que nos llevarán a vivir más años, más allá de los factores meramente genéticos.

Precisamente, la pasada semana una investigación publicada en la revista Cell incidía en el asunto, haciendo hincapié en la alimentación, aunque más específicamente se refería a los efectos positivos de reducir el consumo de comida.

Según el estudio, desarrollado con ratas por investigadores de la Academia China de Ciencias y del Instituto Salk en California (EEUU), entre ellos el español Juan Carlos Izpisúa Belmonte, del Laboratorio de Expresión Genética, comer menos tiene diferentes beneficios. Entre ellos, los de mejorar el sistema inmunológico, reducir los niveles de inflamación del cuerpo o retrasar la aparición de enfermedades relacionadas con la edad.

La clave está en que una menor ingesta de calorías previene los efectos negativos del envejecimiento en las células, un factor de riesgo para muchas enfermedades, como el cáncer, la demencia, la diabetes o el síndrome metabólico.

Este estudio ahonda realmente en esta teoría ya desarrollada, pero subraya que la restricción de calorías reprograma diversos parámetros celulares y moleculares que desembocan en un rejuvenecimiento funcional.

La ciencia ha tratado de identificar esta y otras claves de la longevidad en multitud de estudios, que señalan algunas de claves sobre la dieta y los hábitos que podemos seguir para prolongar la vida.

No fumar y reducir el consumo de alcohol

Entre las muchas costumbres que perjudican nuestra salud y, por lo tanto, pueden acortar nuestra vida, las de fumar o beber alcohol son dos de las más extendidas. Si bien algunos estudios han señalado ciertos beneficios de un consumo moderado de vino, la ciencia se muestra más taxativa con los efectos perversos del tabaco.

Hacer ejercicio

Los beneficios del deporte en la salud no admiten dudas. Hacer ejercicio de forma regular es esencial en un estilo de vida sano y, por lo tanto, para prolongar nuestra esperanza de vida. Aunque es imposible contabilizar ese beneficio para cada caso particular, un estudio del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos de 2014 cifraba ese aumento en tres o cuatro años.

Por el contrario, el sedentarismo aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad o hipertensión.

Evitar la obesidad

Numerosos estudios han ligado la obesidad a una menor esperanza de vida. El sobrepeso está vinculado a un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. De hecho, las enfermedades relacionadas con la obesidad se encuentran entre las tres principales causas de muerte en todo el mundo, excepto en África subsahariana, según ha alertado el informe 'Obesity: Health and Economic Consequences of an inending global challenge', publicado el pasado mes de febrero por el Banco Mundial.

Evitar el estrés y la ansiedad

El estrés y algunas enfermedades también asociadas al estilo de vida moderno, como la ansiedad y la depresión, se han convertido en algunos de los grandes enemigos de la longevidad por su capacidad para deterior el sistema inmunitario.

Llevar una alimentación sana

Casi todos los estudios sobre la longevidad se centran en la alimentación, aunque arrojen diferentes conclusiones. Una dieta rica y variada tiene que incluir todo tipo de alimentos, como cereales, frutas, frutos secos, verduras, hortalizas, aceite de oliva, lácteos, carne, pescado€ Hay que tener en cuenta que ningún alimento contiene por sí mismo todos los nutrientes.

Lo ideal es consumir cantidades moderadas, especialmente de los productos de origen animal, y dar más protagonismo a frutas y verduras. Además, es conveniente evitar las grasas en general, los productos procesados, la bollería industrial o las bebidas azucaradas.