Un divorcio de mutuo acuerdo en enero de 2018 acabó este lunes en tragedia con un triple asesinato machista en la localidad pontevedresa de Valga. José Luis Abet Lafuente, de 45 años, acabó a tiros con la vida de su exmujer, Sandra Boquete Jamardo, de 39, en presencia de los dos hijos menores de ambos. El asesino confeso aprovechó que su exmujer abría el portalón para salir con el coche, ya que los menores se iban al colegio, y se introdujo en la finca. Allí la mató, al igual que hizo con su excuñada Alba Boquete, de 27, que llegó a la finca entonces y María Elena Jamardo Figueroa, de 58 años y madre de ambas.

El hombre realizó varios disparos con un revólver contra cada una de las víctimas y será la autopsia la que concrete cuántos, si bien algunos vecinos afirman que escucharon "varias ráfagas".

Huyó del lugar

Tras asesinar a las tres mujeres abandonó el lugar y se desplazó a Bertamiráns, en el Concello de Ames -cerca de Santiago-, donde residía con sus padres tras el divorcio. Fue allí donde este hombre, padre de otro hijo -fruto de una relación anterior-, contactó con la Guardia Civil para confesar el triple crimen, aunque posteriormente se habría acogido a su derecho a no declarar. Este mismo martes pasará a disposición del Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Caldas de Reis.

La búsqueda del revólver

José Luis Abet, que carecía de la correspondiente licencia, usó un arma de fuego que fue buscada sin éxito durante toda la mañana, tanto en la huerta como bajo la viña y fincas cercanas en el entorno de la casa en la que se cometió el triple crimen.

La búsqueda continuó por la tarde en el río Tambre, y fue allí, en la aldea de Ponte Nova, cerca del domicilio de sus padres -en Ames-, donde el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil localizó tanto el arma de fuego como una caja de munición de revólver.

El asesino confeso gestionó un negocio en Caldas relacionado con la construcción y fue carpintero. De hecho, él mismo construyó los muebles de la vivienda conyugal en el lugar de Carracido, en la parroquia de Cordeiro (Valga).

Desde hace meses trabajaba en la empresa de extrusionados de aluminio Exlabesa, y más concretamente en su factoría del municipio coruñés de Picaraña, donde sus compañeros lo definen como "un gran trabajador" y no dan crédito a lo sucedido, tampoco quienes lo acompañaron en el turno de noche que cumplió antes de cometer el triple crimen. Salió de trabajar a las seis de la mañana "como si nada; hablando con todos y aparentemente contento", dicen sus compañeros.

A alguno parece que le comentó que tenía un juicio pendiente con su expareja; un extremo en el que coincidían varios miembros de la familia de las víctimas, aunque no ha sido confirmado oficialmente.

Tras salir de trabajar, en lugar de dirigirse hacia el norte y regresar a Bertamiráns, a unos veinte kilómetros, lo que hizo fue avanzar con su coche unos quince kilómetros en sentido contrario para personarse en casa de su exmujer y sus dos hijos menores en Valga, donde la esperó pues sabía que sobre las ocho y media de la mañana iba a salir.

Sandra Boquete cogió su coche, en principio para llevar a sus hijos al colegio e incorporarse a su puesto de trabajo en la factoría de Stac, una empresa dedicada a la fabricación de accesorios para ventanas, como manilla y serraje participada por el grupo Cortizo y situada en el polígono industrial Picusa, en el municipio vecino de Padrón, a unos 5 kilómetros de distancia.

Generalmente, cuando ella se iba a trabajar, eran su hermana y su madre, que viven en la parroquia vecina de Campaña, las que acudían a su casa para recoger a los niños y llevarlos al colegio, o bien la esperaban a mitad de camino.

El portalón estaba abierto

Parece que este lunes pretendían hacer lo mismo, y tal vez por su tardanza acudieron a la vivienda de Sandra. Todo apunta a que la mujer estaba en el turismo con sus hijos cuando apareció en escena José Luis Abet.

Al verla, accedió al interior de la finca en cuanto se abrió el portalón automático y, presumiblemente, "emprendió una discusión con su expareja", Sandra, que presenciaron tanto los pequeños como su excuñada, Alba.

En ese instante aún no había efectuado los disparos, pero se baraja que alguien, alertó de la presencia del "intruso" a la madre de ambas, María Elena Jamardo, que cuando llegó se topó ya con los cadáveres de sus hijas, a la vez que era tiroteada mortalmente.

Fue el vecino de la casa de enfrente quien, al escuchar los disparos, se acercó inmediatamente al lugar y, tras acceder por el mismo portalón de la finca, que seguía abierto, cogió a los dos niños y se los llevó para ponerlos a salvo en su casa, antes de que quedaran bajo la custodia de familiares de las víctimas.