Se acercan los meses más calurosos del año y con ellos llega el tan deseado momento de las vacaciones. Muchos viajeros se lanzan a la carretera dispuestos a recorrer largos trayectos para llegar a lugares paradisíacos en los que poder tomar unos días de descanso.

Por todos es sabido que la carretera es un peligro latente en estos desplazamientos, cualquier despiste puede jugar una mala pasada. Pero, aparte de los peligros evidentes, se esconden otros riesgos que en muchas ocasiones pasan desapercibidos.

En trayectos largos suele ser habitual y recomendable portar una botella de agua para hidratarse durante el viaje. Un remedio muy eficaz contra las altas temperaturas. Sin embargo, una simple botella de plástico puede esconder ciertos peligros.

Un error que mucha gente comete es dejar la botella en el interior del vehículo cuando nos bajamos de él. Si el envase de plástico con agua se expone durante largos periodos de tiempo al sol y a las altas temperaturas, propias de estos meses de verano, pueden contribuir a que las bacterias del agua se multipliquen. Beber ese agua puede generar dolor de estómago o incluso alguna infección, por lo que, si la botella ha estado expuesta al sol es recomendable comprar otra nueva. Tampoco es positivo rellenar la botella, ya que, puede contener ciertos gérmenes.

Pero, además del peligro de infección, existe otro riesgo que puede costarnos un disgusto. Y es que, si dejamos aparcado el coche al sol con una botella de agua en su interior, podemos encontrarnos una sorpresa muy desagradable cuando volvamos al vehículo.

Dejar una botella de agua expuesta al sol en el interior de un coche provoca un efecto lupa que puede acabar en un incendio. Además, si hay algún periódico o algún material que pueda arder con facilidad o inflamable, el riesgo se multiplica. Por ello, si bajamos del vehículo es aconsejable llevarnos las botellas con nosotros para evitar cualquier susto innecesario.

Si nos disponemos a realizar un viaje en carretera es muy importante realizar una revisión general del vehículo. Comprobar el estado de los frenos, del aceite, de las luces, de los intermitentes, de los neumáticos y de los limpiaparabrisas es trascendental para garantizar nuestra seguridad y la de los demás. Conducir con prudencia y respetando la velocidad no debe ser una opción, sino una obligación.