A la antropóloga Neus Roig (Barcelona, 1959) se le heló la sangre cuando una mujer la llamó amenazante tras leer su tesis doctoral sobre el tráfico de bebés en España pero una vez pasado el susto se llenó de coraje para profundizar en el infierno por el que pasaron tantas mujeres y niños y publicar "No llores que vas a ser feliz" (Ático de los Libros), donde desvela el infame trapicheo de religiosos, jueces y políticos que arrebataron a sus madres a más de 300.000 hijos para entregarlos a familias acomodadas. Roig investiga 476 casos bajo sospecha, algunos ocurridos en plena democracia. La pesadilla había comenzado en 1938 para "reeducar" y adoctrinar en el franquismo a los vástagos de las "rojas" encerradas en las cárceles. El robo de niños se convirtió en algo normal, asegura esta doctora en Ciencias Humanas y Sociales que preside el Observatorio de las Desapariciones Forzadas y lamenta que la Audiencia de Madrid haya absuelto al doctor Eduardo Vela, supuesta pieza clave de un entramado maligno en el que se llegó a simular con bebés congelados las muertes de los recién nacidos que se vendían a parejas de toda España. Los delitos de Vela están confirmados pero la Justicia considera que han prescrito.

-¿Es cierto que en España desde 1938 hasta bien entrados los 90 unos 300.000 niños fueron separados irregularmente de sus madres al nacer?

-Sí. Es cierto. La Justicia y los políticos se han negado a investigar lo que ya denunció en 1982 María Antonia Iglesias con un reportaje sobre niños robados y almacenados congelados que fotografió Germán Gallego.

-¿Eran hijos de familias de izquierda que iban a parar a hogares próximos al régimen?

-Al principio, sí. Procedían hasta 1952 de las cárceles donde estaban sus madres por "rojas" sufriendo la represión de las monjas. En 1938, Antonio Vallejo-Nágera hablaba de la tipología de la mujer "roja" y proponía salvar a sus hijos del gen materno entregándolos a familias católicas. Hacían lo mismo que los nazis para crear niños adeptos a su ideología.

-¿Era entonces una operación con fines ideológicos para formar adictos al franquismo?

-Claro. Vieron que les iban a hacer falta esos niños y optaron por quitárselos a las madres y reeducarlos destruyendo los documentos del Registro Civil e inscribiéndolos como hijos biológicos de familias nuevas.

-¿Convencieron también a madres solteras para que se deshicieran de sus hijos?

-Es que eran vistas como pecadoras. Se crean a partir de 1953 centros especiales de acogida de madres solteras. Los que tenían dinero llevaban a sus hijas a "estudiar" fuera y entregaban en adopción a sus hijos naturales. Otras embarazadas acabaron en la maternidad de Barcelona o en Peñagrande de Madrid donde comenzó el trapicheo de bebés.

-¿Se convirtió también en un negocio de venta de niños a familias acomodadas del régimen?

-Sobre todo a partir de finales de 1950 cuando Franco se rodea de tecnócratas próximos al Opus Dei y empieza a premiar a las familias numerosas. Cuando un matrimonio no podía tener hijos quedaba marcado por la sociedad. Aparecen entonces los mediadores de las instituciones que intercambian embarazos indeseados por otros ficticios de mujeres que no podían tener hijos y que disimulaban poniéndose cojines en el vientre. La demanda de bebés superaba a los nacimientos. Así surgió el negocio.

-¿Colaboró la Iglesia como institución o lo hicieron sacerdotes y monjas a título personal?

-No puedo asegurar que todos lo supiesen pero las grandes represoras de las cárceles eran monjas y gran parte de los hospitales afectados estuvieron regidos por órdenes religiosas hasta 1990.

-Supongo que habrá habido religiosos que se opusieron.

-Hay una monja en Madrid que reconoce haber participado en una adopción y dice que se arrepiente pero aún no ha ayudado en la investigación de ese caso.

-¿Cómo la Audiencia Provincial de Tortosa pudo considerar prescrita en 2016 la denuncia presentada por una señora que descubrió haber sido vendida por 200.000 pesetas y registrada como hija biológica?

-Es alucinante. Los jueces dicen que el caso ha prescrito porque la afectada no denunció cuando tenía 18 años. ¡Pero si se enteró con 40 que era una bebé robada! Es lo mismo que ha pasado ahora con el caso Eduardo Vela.

-¿Ve usted complicidad en esos casos y en otros tanto del Registro Civil como de los tribunales de Justicia?

-Sí, porque en pleno siglo XXI no es normal creer solo la palabra del médico que dice que le nació un niño muerto y lo tiró a la basura. Ni siquiera se investigan los casos en los que las tumbas de esos niños están vacías.

-En septiembre se ha logrado sentar en el banquillo al doctor Vela en el primer juicio por robo de bebés en España pero ha quedado en nada.

-Lo sentaron en el banquillo gracias a Isabel Pérez, la madre no biológica de Inés Madrigal. Isabel, con 80 años, animó a su hija a que la denunciase por fingir el embarazo y pagar por ella. Imputando a Pérez cayó Vela pero vemos otra vez como la sentencia confirma los hechos pero se apunta a la prescripción del caso para no encarcelar a Vela.

-¿Llegaban a engañar a las madres diciéndoles que su hijo había nacido muerto?

-No había control alguno. Les decían que había muerto y punto. No podían ni ver el cadáver y si se ponían muy pesadas les enseñaban uno que tuviesen congelado.

-¿Y esas cartas llenas de inquina que entregaban a los hijos que iban en busca de sus madres biológicas?

-Me han llegado hasta cuatro cartas de ese tipo, todas iguales, muy crueles en las que las madres piden a esos niños que no las busquen. Es difícil que una embarazada escriba eso. Supongo que lo hacían para evitar que los chicos buscaran a sus madres verdaderas.

-Hábleme de la cruz potenzada que ponían en algunas historias clínicas.

-Aparece en las historias clínicas de las madres tras comunicarles la supuesta muerte de su hijo. Las marcaban de esa forma y las tenían identificadas de por vida.

-¿Seguían ocurriendo estas prácticas en plena democracia?

-Sí, porque era un negocio puro y duro. Cualquier mujer que entrase en un hospital español regentado por religiosos corría el riesgo de que le robasen a su hijo. Les daba igual que estuviesen casadas. Buscaban hijos de jóvenes, casadas y primerizas que habían sido controladas durante el embarazo por médicos privados.

-¿Cómo suele reaccionar la persona que descubre por primera vez a su madre biológica?

-Es todo muy complicado. Si la madre se había acogido al parto anónimo no quiere que después de 40 años aparezca el niño. Después hay casos con muchas irregularidades en las que los hijos han crecido en casas muy acomodadas y no quieren indagar.