A quién no le ha pasado. Vas a un concierto, disfrutas a tope y cuando sales y llegas a casa te da la sensación de que tienes la música metida en los oídos. También se puede manifestar en forma de zumbido, pitido o sensación de vacío.

Lo cierto es que esta dolencia, aunque pasajera, tiene nombre. Los tinnitus o acúfenos son un fenómeno perceptivo que consiste en notar golpes o sonidos en el oído y que no proceden de ninguna fuente externa. Pueden ser provocados por gran número de causas, generalmente traumáticas, y tienen como síntoma un taponamiento de los oídos. También pueden ser causados por situaciones de estrés por estudios, trabajo, entorno familiar, económico, social o por exposición al ruido.

Pero, ¿cómo se produce?

Los acúfenos o tinnitus tienen su origen en la irritación de las terminaciones nerviosas en el oído interno. Así pues, se produce una sobreestimulación acústica que, una vez que ha cesado el ruido, mantiene la actividad en las células encargadas de transformar el sonido en impulsos nerviosos.

Las ondas sonoras que llegan a través del aire entran en el canal auditivo externo y hacen vibrar el tímpano. Esta vibración se transmite a una serie de huesecillos que están suspendidos en la cavidad del oído medio, que se encarga de amplificar los sonidos recogidos por el tímpano. Los tinnitus son un fenómeno perceptivo que hace notar golpes o sonidos en el oído

De esta manera, ese sonido hace vibrar unos líquidos que hay dentro del caracol o cóclea. El interior del conducto que llega ahí está cubierto por unas células con pelos que se mueven con las vibraciones del líquido y transforman la sondas en señales nerviosas. Esos impulsos viajan hasta el cerebro en forma de terminaciones nerviosas.

Cuando estamos expuestos a mucho sonido los huesos de la cóclea vibran en exceso y provocan que las células se confundan emitiendo impulsos cuando ya no se está recibiendo sonido.

Pese a que es algo más que habitual, los acúfenos pueden tener consecuencias a largo plazo. Un sonido a más de 80 decibelios es demasiado para el oído humano, por lo que intentar no exponerse es primordial, aunque parece que imposible. Conciertos y discotecas sobrepasan este límite siempre llegando a alrededor de los 100 decibelios. Así, no escuchar sonido tan alto 16 horas después de estar expuesto puede ser una solución.

También los hay que acuden a este tipo de eventos con tapones especiales que permiten escuchar pero que forman barrera para que los acúfenos no aparezcan.