A cada lado de la pantalla aparecen las emociones básicas. Son seis. Alegría, asco, tristeza, ira, sorpresa y miedo. Como los protagonistas de "Inside out" la famosa película de los estudios Pixar. La tarea es sencilla, el niño solamente tiene que escoger una de ellas. Rápido y sin interrumpir mucho el trabajo en clase. Sin embargo, esa inocente elección permite a la compañía I-Sen conocer si el estudiante está siendo víctima de acoso por parte de sus compañeros, lo que se conoce como bullying. O si es un acosador. O si tiene algún que otro problema en el aula o, incluso, fuera de él. Esta herramienta llegará en este curso escolar que ya asoma a un buen puñado de colegios de Cataluña, Madrid y San Sebastián, tras superar con éxito las pruebas a las que fue sometido en varios centros de la región.

"Cuanto más pequeños son los críos mejor comprenden los sentimientos", asegura Ruka Muñíz, uno de los promotores de la compañía. La pregunta a la que se someten los estudiantes es muy directa: ¿Cómo se encuentra? De su elección dependerán muchas cosas. Al final, explica Yonathan Blanco, otro de los impulsores del proyecto, "de lo que se trata es de facilitar la labor de los orientadores de los colegios". Ellos son los que están en contacto en el día a día con los estudiantes. De hecho, ellos son los que han venido probando en las clases el producto y han visto que realmente funciona para solucionar conflictos.

El reto que se le plantea ahora a I-Sens es el de adaptar la aplicación a cada uno de los cursos, es decir, a las edades de los estudiantes, porque no todos tienen la misma visión de los sentimientos. "Cada tramo de edad es diferente, tiene unos problemas particulares y otras demandas", explica Blanco. En España los índices de acoso en las escuelas se han disparado estos últimos años y, agrega, "hay muchas herramientas paliativas, pero casi ninguna preventiva". Es ahí donde busca su hueco I-Sen. Según las cifras que manejan estos empresarios, de los niños que sufren ascoso, hay un 30% que no lo reconoce nunca públicamente, y la mayoría del 70% restante empiezan a dar señales a sus padres o profesores de que algo va mal muy tarde. Cuando ya poco se puede hacer y la situación está muy enquistada. "Está demostrado que a los niños les cuesta mucho menos contar su problema a una pantalla que a una persona", recalca Blanco.

Afinar el problema

La concepción inicial de I-Sen era la de crear un sistema que detectara de forma rápida y eficaz los casos de bullying en las aulas, pero la herramienta ha ido evolucionando y ya han ido un paso más allá. "Usamos un método analítico, que nace de los sistemas de inteligencia de negocio y de análisis de datos, pero aplicado a otros entornos y con un concepto que no es tanto de negocio sino más social", explica Blanco, "lo que hacemos es capturar datos (las respuestas que da el estudiante sobre cómo se siente) que van a una plataforma donde los analizamos y se pasan al orientador". Lo que llaman la "plataforma" va retroalimentándose con esos datos, engordando su conocimiento para cada vez poder lanzar alertas más perfiladas sobre los posibles problemas del aula. Para muestra, un ejemplo. "Será capaz de decirnos cosas como: A este niño le pasa algo y coincide en un 80% con un problema de acoso escolar. O, este otro tiene un problema que en un 70% puede estar derivado de la muerte de un familiar", resalta Blanco.

Para conseguir afinar tanto el tiro necesitan que esa "plataforma" o ese cerebro artificial recoja muchos, muchísimos datos. Ese salto lo conseguirán este curso en los centros que van a incorporar a su base de datos de Madrid, Cataluña y País Vasco. Serán cientos de estudiantes los que cada día se enfrenten a la pregunta para saber cómo se encuentran. Si el alumno está muy equilibrado, en las métricas que hacemos prima el color amarillo (que se corresponde con la alegría), pero en los que tienen problemas es como si a la gráfica le hubieran tirado varios cubos de pintura, especialmente de color rojo, el de la ira, según explica Muñíz. "Los profes lógicamente ven que el crío les viene alterado a clase, pero no saben cuál es la causa", señala. Es ahí donde I-Sens interviene para darles una explicación y tratar de ponerles en contexto a los docentes cuál puede ser el problema.

Ahora en esa ristra de seis emociones también están probando con algún que otro experimento nuevo. Como introducir la variable de cansancio. "Nos parece súper interesante medir eso, porque nos permite saber, por ejemplo, la presión que tienen los escolares con los exámenes", señala Ruka Muñiz.

Empresa social

La aplicación está comenzando a llamar bastante la atención. De hecho, a principios de este verano recibieron la llamada de un grupo de psicólogos y pedagogos vascos, especialistas en la prevención del acoso y la anorexia, que trabajan para el Ayuntamiento de San Sebastián y que querían implantar esta herramienta en los colegios de la ciudad. "Fue una sorpresa", reconoce Muñiz.

La herramienta tiene, además, una clara vocación social y de aportar una información útil a la sociedad para evitar estos problemas que son el día a día en muchos colegios, según apunta Ruka Muñiz. "Con I-Sen no solo queremos tratar la educación emocional de los críos, también queremos ser un ejemplo de que se pueden crear empresas que estén socialmente comprometidas", agrega, "el problema que hay es que cuando hablas de estos temas la gente se piensa que somos una ONG".

Esa filosofía es la que convenció a la fundación Sophia Education, que controla Nuria Bosch, para entrar en el accionariado de I-Sen. "Entendió nuestros valores a la primera", dice Muñíz. Otro paso más contra el bullying.