También es mala suerte: ahora que empezaban a subir tímidamente los salarios, se dispara la inflación. Los bancos centrales de todo el mundo están muy preocupados por el freno que se percibe en el consumo. Y es que queremos por un lado que la gente gane poco y por otro que gaste mucho. La cuadratura del círculo. De este modo, el ciudadano medio, en vez de consumir, se consume. Es lo que ocurre en los periodos hambre, que el cuerpo se devora a sí mismo, empezando por las grasas acumuladas en los tiempos de prosperidad, hasta que llega al músculo. Mal asunto cuando llega al músculo: enseguida empieza la pérdida de masa general. Y eso es lo que perciben ahora los bancos centrales: que los contribuyentes han ido tirando de los ahorros y empiezan a alcanzar los ligamentos y los tendones y los nervios. Pronto estaremos en el tuétano.

-Si les hemos subido un 1% -dice el representante del empresariado.

-Pero la inflación está en el 3% -arguye la realidad.

Total, que la ropa de verano se ha quedado en las tiendas porque tampoco el tiempo acompaña, y los bañistas se llevan el bocata a la playa, para no hacer gasto en el chiringuito. Cuando el consumidor no consume el motor se detiene y luego resulta muy difícil de arrancar.

Habíamos logrado convertir un mundo de ciudadanos en un universo de consumidores y de súbito les hemos cortado el rollo. Les hemos hecho la autocrítica, les hemos interrumpido el coito, ya ni las bolsas de plástico les regalamos en el súper. La solución (mala) va a venir de nuevo por el crédito. Hay anuncios de prestamistas hasta en las farolas de la calle. Te dan tres mil euros ya, prácticamente sin papeles, para que caigas en la ratonera. Pero el crédito es pan para hoy y hambre para mañana. Nos sobra experiencia acerca de lo que significa solicitar un préstamo con el que devolver el anterior. No deberíamos tropezar en la misma piedra o en la misma subprime, que luego se nos viene abajo todo el cuento de la lechera y regresan las leyes del eterno retorno, que están bien como especulación filosófica pero que resultan un espanto para la existencia doméstica.