"En los próximos años esperamos estudiar, con las ondas gravitacionales, fenómenos como un agujero negro que desgarra una estrella de neutrones, o dos estrellas de neutrones que chocan, se fusionan y luego implosionan para formar un agujero negro". Estas palabras del físico Kip Thorne tienen ecos del lamento del replicante Roy Batty, al final de "Blade Runner": "Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad, cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia".

A diferencia de los recuerdos del replicante, los fenómenos que persigue Thorne no se perderán en el tiempo. De hecho, alterarán el espacio-tiempo, al emitir esas ondas gravitacionales que desde septiembre de 2015, gracias a los observatorios de interferometría láser (LIGO, en sus siglas en inglés) localizados en los núcleos estadounidenses de Hanford y Livingston, ya pueden ser captadas. Una investigación que ha merecido el premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica,

Es fácil imaginar a Kip Thorne mirando los datos que confirmaban la existencia de las ondas gravitacionales del mismo modo que Moisés al vislumbrar la tierra prometida.

Justo allí, en Israel, sorprendió al físico la noticia del galardón, y desde esos parajes, donde colisionan la fe y la historia, esbozó el astrofísico unas reflexiones. "Las leyes de la física predicen que solo hay dos tipos de ondas que pueden viajar a través del espacio interestelar e intergaláctico: ondas electromagnéticas y ondas gravitatorias.

Galileo inauguró la astronomía electromagnética hace aproximadamente 400 años, y casi toda la astronomía moderna es electromagnética. Este descubrimiento inaugura la astronomía gravitacional, y podemos esperar nuevos descubrimientos maravillosos usando ondas gravitatorias, no solo en los próximos años y décadas, sino en los próximos siglos", afirma Thorne.

Esa posibilidad, la exploración del universo estudiando las ondas gravitacionales, es el resultado más relevante de LIGO, y sus posibilidades para observar fenómenos astronómicos son extraordinarias. Además, añade el astrofísico, la combinación de la investigación sobre ondas gravitacionales con observaciones electromagnéticas podría aclarar "la naturaleza de los estallidos de rayos gamma, que los astrónomos llevan décadas estudiando".

Pero eso es solo el principio. "En las próximas dos décadas, usando una técnica diferente llamada "polarización CMB", es probable que observemos las ondas gravitatorias del "Big Bang", las llamadas ondas gravitacionales primordiales. Estas ondas nos dirán mucho sobre el nacimiento del universo y la época de la llamada "inflación" en la primera fracción de segundo de la vida del universo", revela Thorne. Una posibilidad que se reforzará cuando entre en funcionamiento el observatorio espacial LISA, que desarrolla la Agencia Espacial Europea (ESA, en sus siglas en inglés) y que se prevé que esté plenamente operativo en 2034.

En esencia, LISA parte del mismo principio que los observatorios LIGO, solo que en vez de aplicar la interferometría en tierra, el láser se desplazará entre tres satélites separados entre sí un millón de kilómetros. Al estar en el espacio, las ondas llegarán con mayor limpieza y sin el "ruido" procedente de nuestro planeta, ya sea por fenómenos naturales o por la actividad humana. "Con LISA podremos observar las ondas gravitacionales desde el nacimiento de la fuerza electromagnética, cerca del principio del universo", concluye Thorne.