Imaginemos la escena de un crimen. No hay cadáver, pero en el lugar se hallan incontables evidencias del suceso, y tras una recogida de muestras se puede identificar tanto a la víctima como al agresor con una simple prueba de ADN. Ahora, supongamos que en vez de un crimen se analiza una excavación arqueológica: existen numerosos indicios de la presencia humana, pero no hay huesos. Una ausencia habitual en las excavaciones arqueológicas que, hasta la fecha, ha obstaculizado las investigaciones sobre la dispersión humana, pero que en adelante podrá ser suplido gracias a un nuevo método revolucionario para obtener ADN de los sedimentos desarrollado por un equipo de investigadores del que forma parte Marco de la Rasilla, de la Universidad de Oviedo.

La investigación, cuyos resultados se publican en la revista científica "Science", ha sido impulsada y coordinada desde el Instituto "Max Planck" para la Antropología Evolutiva de Leipzig (Alemania). El equipo tomó muestras en siete excavaciones de cinco países: Les Cottés y Caune de l'Arago (Francia), Denisova y Chagyrskaya (Rusia), Trou Al'Wesse (Bélgica), Vindija (Croacia) y la cueva asturiana de El Sidrón, excavación dirigida por De la Rasilla.

"Es una técnica con un potencial extraordinario, que nos permite dar un salto cualitativo importante", explica el prehistoriador y arqueólogo. "Estamos hablando de una técnica, muy sofisticada, que nos permite encontrar ADN de mamíferos, animales y humanos, en el sedimento, haya huesos o no. Y esto es muy importante porque en la mayoría de los yacimientos no hay restos óseos, por lo que esta técnica nos puede dar una información extraordinaria", añade.

"Es como investigar un crimen, es un buen símil porque para los arqueólogos va a ser parecido. Cuando excavan un yacimiento tienen pistas, que son restos de cultura, herramientas. Pero es mucho más raro encontrar restos óseos, aunque podían dejar restos de la fauna. Por tanto tenemos muchos yacimientos con diferentes estratos, evidencias de ocupación, pero lo que no hay son los restos humanos, y con esta técnica se podrá intentar fenotipar qué tipo de individuos había en cada estrato", explica el genetista Carles Lalueza Fox, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que también participó en los trabajos en El Sidrón vinculados a esta investigación.

Respecto al método, Lalueza Fox señala que la mayor dificultad reside en separar el grano de la paja: "La técnica en sí es muy parecida a la que aplicamos cuando secuenciamos muestras óseas de esqueletos, aunque aprovechando las nuevas tecnologías de secuenciación masiva. Cogemos muestras del sedimento, de la tierra, e identificamos las secuencias de ADN. Puede haber millones, o billones, y la mayoría son de bacterias. Las secuencias humanas o de megafauna son una minoría, y una vez que las identificamos se trata de intentar capturarlas, descartando o limitando las secuencias de bacterias".

Usando esta técnica, el equipo del "Max Planck" ha logrado localizar restos de hasta doce familias animales extintas -como el mamut, el rinoceronte lanudo y la hiena de las cavernas- en los siete sitios arqueológicos analizados. Pero además, se han recuperado registros de ADN de neandertales en cuatro de estos sitios arqueológicos, así como del llamado "hombre de Denisova", una posible especie humana localizada en Siberia hace menos de una década, en la cueva de los montes Altái que le da nombre.

Esta nueva técnica, además, no resultaría especialmente costosa, según estima Lalueza Fox, por lo que cualquier excavación de cierta envergadura podrá acudir a ella para completar sus hallazgos.