Joyas de tamaño extragrande, piedras de colores llamativos, cadenas de grandes argollas, medallones y perlas en todas sus versiones. El universo de la joyería se suelta la melena para la próxima temporada primavera-verano y decreta que la exageración será la nota dominante.

Ferias como las de Basilea, en Suiza, y la de Vicenza, en Italia, así como las principales pasarelas de moda, han ido adelantando una tendencia que se constata en las piezas que empiezan a verse en los escaparates. Es el momento de rebuscar en el joyero y sacar esos grandes collares y pendientes ochenteros, los anillos con relieves y las pulseras de ancho considerable, de ésas que no pasan desapercibidas.

Las perlas se combinan con plata, cuero, tejido y todo tipo de materiales. Los motivos florales continúan muy presentes en collares babero en versión monocolor o tipo arco iris. También se recuperan modas del pasado, como la de llevar varios anillos y pulseras juntos. En estos casos, como siempre que se trata de mezclar, conviene guardar cierta armonía con las combinaciones.

Los dorados y los plateados se actualizan en grandes cadenas de eslabones de las que penden medallones de ónix y cuarzo. La joyería recupera la inspiración setentera de los animales exóticos con piezas que simulan leopardos, tigres y serpientes.

Los collares "choker", bien pegados al cuello, quedarán genial con un top con los hombros al descubierto o un vestido palabra de honor. En definitiva, las piezas XXL se llevarán tanto de día como en las fiestas nocturnas. Los pendientes se lucirán desparejados y arrasarán diseños geométricos como los que presenta la firma Proenza Schouler. Como siempre, las casas de moda asequible harán sus particulares versiones.