En diciembre de 2008, Fernando Blanco y Marga Garau lanzaban un grito de auxilio desde Biniali (Sencelles). Su pequeña Nadia, de 3 años, había sido diagnosticada de una rara enfermedad llamada tricotiodistrofia de la que en todo el mundo apenas se conocían unos 20 casos. "Nos han embargado el coche porque todo lo que teníamos se ha ido detrás de intentar curarla", decía su progenitor, quien facilitaba ya un número de cuenta para todos aquellos que quisieran ayudar a la pequeña. Ocho años después, todo ha resultado ser una mentira.

Según los informes médicos de la pequeña, los doctores solo ven "sospechas" de que la niña pueda tener algunos de los síntomas de la Tricotiodistrofia. "Recomendamos seguimiento periódico y un estudio genético". Un análisis que en junio de 2009 ni siquiera se había realizado, a pesar de que los padres de Nadia ya hablaban en los medios de comunicación de sus innumerables viajes a clínicas de Bélgica, Italia o Francia, entre otros.

Retraso en el desarrollo

Nadia nació a las 37 semanas con bajo peso y problemas en la piel, por eso pasó algunos días en la incubadora.

A las seis meses de edad, según estos informes médicos, se observa "un retraso en el desarrollo motor". Es en 2009 cuando los padres solicitan una segunda opinión médica. En este caso, al Hospital de Sant Joan de Déu en Espluges del Llobregat, Barcelona. Las conclusiones, son claras: "Debe continuar con la estimulación precoz. No necesita tratamiento farmacológico específico". Tampoco hospitalización ni ningún tipo de operación. Y vuelve a insistir en que lo conveniente sería un estudio genético para confirmar o descartar la enfermedad.

Nada se sabe desde entonces. Sin embargo, en 2008, los padres de Nadia ya comenzaron a recaudar fondos. El juez les imputa a ambos un delito de estafa continuada.