El Teatro Principal estaba ayer de fiesta. Celebraba los 28 años de su reapertura, tras la remodelación experimentada en el año 1988, con una actuación de uno de los grandes, Lindsay Kemp, considerado como el "monstruo sagrado" del teatro del siglo XX que "ama, incendia y vuela" todavía sobre los escenarios del siglo XXI con su magia y su magnetismo.

El británico retornaba al espacio cultural municipal, dentro de su gira por España, por deseo expreso del bailarín y coreógrafo que todavía tenía muy presente la magnífica acogida que le dispensó el público zamorano en sus actuaciones de 17 y 18 de febrero del año 2000. "En mi memoria guardo con gran intensidad este teatro, un lugar bellísimo, donde tuve un contacto muy intenso con el público", manifestaba en una entrevista concedida anteayer a este diario.

Un mosaico de personajes y cuentos fantásticos donde se fundieron una mimada música, seleccionada por el propio Kemp, con la delicadeza de los movimientos y la interpretación del polifacético artista y sus compañeros que dieron vida durante casi hora y media al montaje "Kemp Dances: Invenciones y Reencarnaciones".

En el espectáculo Kemp y su compañía homenajean a algunos de sus héroes mediante una onírica identificación con Violetta y Callas en "Recuerdo de una Traviata" o con un viaje al interior de la locura mística de Nijinsky, el legendario bailarín de Los Ballets Rusos, para finalizar con una de las piezas más conocidas de Kemp "El Ángel", un alma que trasciende cualquier identidad para convertirse en el "símbolo de la esencia humana, del renacimiento y de la esperanza".

La actuación incluyó también dos nuevas piezas "Mi vida", creada por el gran coreógrafo belga Luc Bouy y "La mujer de rojo".