La actriz Nuria Espert (Hospitalet de Llobregat, 1935) es un personaje imprescindible de la escena teatral española. Sus padres, una obrera textil y un carpintero, sólo se unían para ver a su hija, una niña que comenzó actuando en Barcelona. "Esta nena tiene los cojones de un toro", le dijeron entonces. Terminó interpretando papeles de Shakespeare, de Lope de Vega. También ha dirigido obras de teatro y de ópera, como "Madame Butterfly". Ahora está trabajando en la obra "Incendios". Está a punto de llegar a Oviedo para recoger, el próximo viernes día 21, el Premio Princesa de las Artes que reconoce toda su larga trayectoria dedicada al teatro.

-No sería fácil para una mujer comenzar a trabajar en el teatro en la época en la que usted lo hizo.

-Ni siendo mujer ni siendo hombre. Yo lo que he vivido es la postguerra y todas esas situaciones que no estaban muy fáciles para el teatro. Empecé a recitar porque mis padres eran aficionados al teatro y me enseñaron. Con 12 o 13 años entré en una compañía en Barcelona, en el Teatro Romea. Ahí me quedé tres años, aprendiendo realmente el oficio, haciendo papelitos. Aprendiendo a querer ser actriz realmente.

-¿Qué obra marcó un antes y un después en su carera, la que la hizo despegar?

- "Medea", por el hecho de que era lo primero importante que yo hacía, sustituyendo a alguien. Al ser un éxito marcó un poco mi repertorio para toda la vida como actriz dramática y trágica.

-¿Tiene usted algo de Medea?

-Que soy mujer (se ríe). Poco más.

-Después de interpretar numerosas obras se puso usted a dirigir. Incluso ópera.

-Dirigí ópera y teatro. Y "Medea", por cierto, con Irene Papas, una grandísima actriz. Dirigí en Japón a los japoneses y en Israel a los judíos?

-¿En ese tiempo echaba de menos ser actriz?

-Muchísimo. Tanto que me puse a reflexionar y empecé a espaciar mis direcciones para acabar cerrándolas del todo, porque no era algo que me gustara hacer. Era algo que me vino regalado y que fue un gran regalo. Pero después me sentía muy sola y añoraba muchísimo mi profesión de actriz.

-¿Le habría gustado hacer más televisión o cine?

-No.

-¿Qué tiene el teatro que no tengan los otros dos formatos para una actriz?

-El teatro me eligió a mí, no yo al teatro. Me he dedicado a ello en cuerpo y alma. Para mí es lo mejor del mundo. Como espectadora me gustan el cine y la televisión, pero como profesional lo que me gusta es el teatro.

-¿Cómo recibió la noticia del premio "Princesa"?

-Me llamó un periodista amigo mío. Me dijo que le habían enviado a hacerme la entrevista porque había ganado el Premio "Princesa de Asturias". "Tú te has equivocado, no puede ser", le dije. Hasta él se quedó pensando que tal vez lo había entendido mal. Y cuando colgué el teléfono ya me estaba llamando la dirección del patronato de la Fundación Princesa de Asturias. Comprendí que era verdad y me alegré mucho. Muchísimo.

-El dramaturgo Etelvino Vázquez ha subrayado que usted es la primera actriz de teatro que gana el premio "Princesa de Asturias" y que eso hace evidente lo poco que pintan los actores.

-Sí, estoy de acuerdo en que le ha tocado muy pocas veces al teatro en los "Príncipes de Asturias". Le tocó a Vittorio Gassmann hace muchos años y ahora me toca a mí. La verdad es que las palabras "Premio de las Artes" son tan abiertas, entrañan tantas disciplinas, tantas cosas: la arquitectura, el paisajismo, pintura, el canto? Es un árbol muy frondoso. Entonces cuesta mucho ir rellenando los huecos para que todas las artes puedan tener su presentación ahí. Ahora le ha tocado al teatro y me ha tocado a mí. Y eso me alegra.

-Usted estuvo entre el jurado de los premios "Príncipe de Asturias" en 1997.

-Recuerdo que estaba también Pilar Miró. Fue el año en el que ganó Vittorio Gassmann y claro, no es una casualidad. Ambas pensábamos que sí, que el premio de las Artes podía ser para alguien de teatro. Había cuatro o cinco nombres de teatro muy potentes. El jurado decidió que fuese Gassmann y nosotras estábamos contentísimas.

-Antonio Gades, otro hombre de tablas, era candidato. ¿Por qué no se le dio finalmente el premio?

-Llegó a la final finalísima. Pero finalmente el jurado se decantó por Gassmann.

-¿Por qué?

-Son discusiones abiertas, se tienen en cuenta montones de aspectos. Cada uno de los miembros del jurado tiene sus preferencias, da su opinión y finalmente se consigue un acuerdo.

-¿Cómo ve la situación en la que se encuentra en teatro ahora?

-En este momento lo que está pasando en el país es tan extraño, grave y desafortunado que no me da tiempo a pensar en cómo se encuentra el teatro. El teatro está siempre como está el país.

-¿Que no haya Gobierno ayuda a que se produzcan cambios en la cultura?

-Es un momento de gran confusión. Estamos haciendo "Incendios", una obra de Wajdi Mouawad y las entradas están vendidas para toda la temporada. De hecho, estamos vendiendo ya para la temporada siguiente, los meses de junio y julio. Pero eso no quiere decir nada. El teatro vive igual que vive el resto del país. Todo el mundo está en un "stand by", a la espera de que se clarifique la situación, reconstruyamos los diálogos y tiremos para adelante.

- "Incendios" está siendo un éxito.

-Enorme. Es fantástica la reacción del público. Antes de que se acabe la obra se ponen de pie a aplaudir. Estamos muy contentos y trabajamos con toda nuestra alma. Es una obra muy dura, muy poética, muy bella. El público sale estremecido.

-¿Seguirá mucho más tiempo sobre las tablas?

-Eso no lo decide uno. Lo decide la memoria, la salud.

-Y de momento no le fallan.

-De momento está todo perfecto. Estoy tocando madera.