Qué tienen en común François Hollande, Cecilia Attias (ex Sarkozy), Antonio Banderas, Lluís Llongueras, Michael Douglas, Amancio Ortega y Carolina de Mónaco...Todos rompieron con sus parejas y reorientaron sus vidas cumplidos los 50 años. Si miramos alrededor, no sólo veremos a famosos, ricos o poderosos cambiando la hoja de ruta que habían seguido hasta sobrepasar el medio siglo, sino también al vecino del sexto o a aquella amiga que aparentaba tenerlo todo tan claro. La evolución de una sociedad donde la incorporación al mundo laboral, los hijos y la entrada en la madurez se retrasan cada vez más lleva a posponer la llamada crisis de los 40, la de la media vida.

Para muchos, las insatisfacciones que aparecen en la cuarentena cobran repentina urgencia con la llegada del siguiente número redondo en el reloj biológico. La cincuentena se percibe como la última frontera, el ahora o nunca para realizar los sueños que se han ido enterrando bajo la alfombra, desprenderse del personaje construido a expensas de expectativas ajenas o para revivir, en brazos de otra persona, la pasión amorosa perdida en los meandros de una prolongada estabilidad matrimonial.La cincuentena se percibe como la última frontera, el ahora o nunca para realizar los sueños

Evolucionar

Marc (el nombre es ficticio) creía estar muy a gusto con su vida. A los 52 años había alcanzado todos sus objetivos: una familia encantadora, éxito laboral y una confortable situación económica. Pero la muerte de su padre abrió la caja de los truenos. ¿Y ahora, qué? ¿Esto es todo?, se preguntó. "La treintena y la cuarentena pasaron volando -cuenta- entre la carrera profesional y la crianza de los hijos. Mi padre tenía 78 años cuando le falló el corazón. Tomé conciencia de que me quedaba menos tiempo por vivir del que ya había vivido. Yo, que siempre fui una persona emocionalmente equilibrada, entré en una espiral de angustia incontrolable", explica este asesor fiscal que colgó la corbata y se consagró a la vocación que había reprimido por no desairar a su progenitor: la pintura. "Mi mujer no entendió nada, los hijos estaban a punto de abandonar el nido... Nos separamos".

"Las crisis nos movilizan para crecer cuando llegamos a un punto de estancamiento y necesitamos evolucionar. Se dan a lo largo de la vida independientemente de la edad y, en un tercio de los casos, a raíz de un acontecimiento vital grave como la muerte de alguien cercano, una enfermedad, un divorcio, la pérdida del empleo o problemas financieros. Si cumples los 50 con las etapas anteriores sin resolver, esos hechos -a los que por edad tienes más posibilidades de confrontarte- pueden llevar a un cuestionamiento profundo", indica la psicoterapeuta Olga Pucurull, que participa en el grupo de investigación en psicología clínica de la Universitat de Barcelona.

"La esperanza de vida ha aumentado ocho años en dos décadas, y los hijos se tienen más tarde, eso hace que dificultades propias de la cuarentena, como el reencuentro con la pareja cuando los hijos se van de casa, se desplacen a la cincuentena", observa Sergi Corbella, psicólogo clínico, psicoterapeuta y profesor de la Universitat Ramon Llull. "Y como la adolescencia empieza antes y a la vejez se llega más tarde, ¡hay más oportunidades de atravesar una crisis!", añade."Las crisis nos movilizan para crecer cuando llegamos a un punto de estancamiento y necesitamos evolucionar"

Ambos coinciden con Feliciano Villar, psicólogo y profesor de la Universitat de Barcelona, en considerar que la expresión midlife crisis, acuñada por Erik Erikson en 1965, ha evolucionado junto con los cambios sociales. "Hoy, hasta los 70-75, incluso 80 años, muchas personas mantienen un ritmo de vida que no es propio de la vejez", subraya Villar. Nos mantenemos jóvenes más tiempo -en buena parte, por cuidarse más-, por lo que la insatisfacción asociada al declive físico tiende a producirse cerca de los 50 en lugar de los 40. "En este periodo se producen cambios en el cuerpo y el aspecto exterior. Ya no te puedes poner la etiqueta de joven -precisa Villar-. Y cambia la perspectiva, la vida empieza a medirse no por los años que tienes delante sino por los que te quedan".

A lo largo de la vida se dan crisis como un punto en que se evoluciona, sobre todo a raíz de un acontecimiento vital grave, la muerte de alguien cercano, un divorcio, la pérdida del empleo...

La importancia del aspecto

"En una sociedad donde la juventud está tan sobrevalorada, los síntomas de cierta decrepitud pueden suponer un golpe, especialmente a personas que han basado su autoestima en su aspecto", apunta Pucurull. Villar coincide en que "la gente centrada en su imagen es la que tiene más dificultades para adaptarse a los cambios; y cuando uno está insatisfecho, tiene la puerta abierta...". Es un momento vulnerable para los hombres, que pueden sentirse tentados por la ilusión de recuperar la juventud y la virilidad con una mujer más joven.

En Francia, este síndrome recibe la poética denominación de le démon du midi (el diablo de la media vida). Una alimaña que se ceba especialmente en los políticos. Empezando por el propio presidente, François Hollande, que a los 53 dejó a la que fue su pareja durante 30 años y madre de sus cuatro hijos, Ségolène Royal, por la periodista Valérie Trierweiler, diez años menor, al tiempo que abandonaba la dirección del Partido Socialista para lanzarse a la carrera que había postergado hasta entonces: el Elíseo. Y una vez alcanzado el poder reincidió con una mujer igualmente espléndida pero aún más joven: Julie Gayet, de 42.

Fotos: REUTER. Ségolène Royale, Valérie Trierweiler, Julie Gayet y François Hollande.

Y las mujeres, ¿cómo viven el paso por este ecuador?

Los especialistas coinciden en que buscar una compañía más joven como mecanismo de negación de la de­cadencia es más habitual en ellos. "Una mujer que se separa a los 40-50 años suele buscar una pareja con la que esté mejor que con la anterior", indica Pucurull. "La mujer vive con culpa ser dejada por otra más joven, por haber perdido la belleza, cuando mucho tiene que ver con el ­conflicto del hombre para transformar el deseo con la edad", concluye. Para Villar, al entrar en crisis "no hay diferencia entre sexos, lo único que cambia es la expresión. Las mujeres optan más por la cirugía estética mientras que los hombres se inclinan por el deporte". Algunas recurren a un vestuario juvenil que muchas veces consigue el efecto contrario al buscado. Y no hay más que darse una vuelta por ciertos países tropicales para observar que ellas también practican el turismo sexual. Referentes sexis tampoco faltan: Sharon Stone, Julianne Moore, Inès de la Fressange...

¿Crisis o liberación?

"Los números redondos invitan a la reflexión, igual que al final del año tendemos a hacer balance. Pero plantearse si estás satisfecho no debe confundirse con una crisis vital, y es más bien positivo", subraya Corbella. Para Pucurull, "la crisis de la mitad de la vida no es inevitable, es fruto de mirar atrás y valorar qué se ha hecho y qué queda por hacer ¡No todos se preguntan sobre esto!"."Plantearse si estás satisfecho no debe confundirse con una crisis vital"

Según las estadísticas de 27 países europeos, el consumo de antidepresivos se duplica al final de los 40, cuando la curva entra en un pronunciado descenso y alcanza su punto más bajo alrededor de los 50. Este periodo puede prolongarse una década, el tiempo que se tarda en ajustar las expectativas a los logros para llegar a la conclusión de que, a fin de cuentas, ¡no nos ha ido tan mal! A partir de ahí, la curva empieza a remontar.