El barco que iba a ser el segundo «Fortuna» se llama ahora «Corona del Mar» y aguarda a un comprador dispuesto a pagar 1,8 millones de euros por el placer de navegarlo.

Todo comenzó cuando, en los ochenta, el rey quiso realizar un alargamiento de la manga y la eslora de su yate , el cual era un regalo de la familia real de Arabia Saudí.

Francisco Javier Sitges, vecino suyo en Baqueira Beret, ofreció al monarca su empresa, Mecanizaciones y Fabricaciones, S. A. (Mefasa), en San Juan de Nieva.

Este encargo cambió la historia de la compañía asturiana y la del nuevo «Fortuna». Tras el rey llegaron Gerardo Díaz Ferrán, Javier de la Rosa y sobretodo, Mario Conde que se haría con la sociedad a través del Banco Español de Crédito. Eran los años de la cultura del «pelotazo» y Mario Conde decidió regalarle al monarca un bajel hecho a su imagen y semejanza.

El navío, botado en los muelles de Avilés, fue probado por el propio rey don Juan Carlos que lo pilotó en las pruebas de resistencia, surcando las olas del Cantábrico.

Pero el asturiano Sabino Fernández Campo aconsejó al Jefe del Estado que no subiera a bordo con aventureros de dudoso futuro, así que don Juan Carlos se quedó sin buque de primera pero escapó de la caída en desgracia del financiero gallego, ocurrida años más tarde.