Sevilla

Los toros de Victorino Martín echaron al traste el mano a mano que enfrentó ayer en Sevilla a los dos toreros punteros de la tierra, José Antonio "Morante de la Puebla" y Manuel Jesús "El Cid", empatados a nada para más inri después de pasar cada uno sus fatigas.

Se había "vendido" la tarde con demasiada expectación, estrategia para disimular las dos grandes ausencias de esta Feria de Abril: José Tomás y Miguel Angel Perera. Empresarialmente estuvo bien diseñado este duelo entre sevillanos, pero lo cortés no quita lo valiente.

Responsabilidad grande para los protagonistas cuando la reventa está por las nubes (el verdadero triunfo fue para la reventa). La ovación a los toreros tras finalizar el paseíllo agrandaba el compromiso. Aunque fue salir el primer toro y empezaron a ir las cosas por mal camino.

Y es que había que contar también con el ganadero, está claro, que esta vez iba a poner lo peor de su parte: una corrida de toros imposible, y, por si faltaba con el viento como dificultad añadida.

Otra circunstancia que iba a marcar el desarrollo del festejo, el afecto o desafecto con los dos espadas. Hiel para "Morante", y miel para "El Cid". No se entiende por qué, el caso es que con el primero estuvo la plaza más fría y exigente, y con el otro más próxima y condescendiente. Tampoco las actuaciones de uno y otro dieron pie a a extremos muy marcados.

A "Morante" le censuraron las dudas que tuvo en su segundo toro, un "pajarito" que llevaba la cara a media altura, que "hacía hilo" y reponía la embestidas, "midiendo" constantemente. Buena se puso la cosa encima con el viento, para que el torero no pudiera mandar al toro donde quería. Injustos pitos por tanto, que volvieron a reproducirse cuando se hizo presente en su turno de quites en el toro siguiente.

"Morante" aguantó con humildad para acabar reconciliándose al abrirse de capa frente al quinto, con unos lances de mucha gracia y arrebato. No estuvo después a gusto con la muleta, en una faena sin continuidad a un toro que se quedaba muy corto y no humillaba.

Solamente en el que abrió plaza, una auténtica alimaña que no terminaba de pasar, "Morante" no tuvo compromiso de faena. Quiere decirse que prácticamente todo lo malo de "Morante" es achacable al ganado.

Y en ese contexto hay que encuadrar la actuación del "Cid", aunque, como queda apuntado, gozó de mayor beneplácito del tendido.

El de Salteras lo intentó sin más con su peligroso primero, toro que "esperaba" en banderillas, que se venía andando a los engaños y "metiéndose" por abajo.

En realidad empezó con este toro la psicosis de corrida dura, más concretamente cuando "Alcalareño, hijo", experto y poderoso banderillero, tiró "los palos" de cualquier manera, corriendo sin disimulo en el segundo tercio. Quizás no había otra salida que no fuera andarse con cuidado, con mucho cuidado ante el toro tardo y mirón, de cuello flexible y muy malas ideas.

El cuarto aparentaba desplazarse mejor. Al menos propició aquel quite censurado a "Morante", al que dio réplica "El Cid", con quien la gente se volvió un poquito loca. Pero en la muleta, vuelta a las andadas. El toro sin humillar, sin ir más allá de las medias y espaciadas arrancadas. Hubo pases de uno en uno, algunos estimables, mas faltó redondez al conjunto. Ovación, no obstante, para Manuel Jesús "El Cid".

Y ya el sexto bis, que encerraba toda la "guasa" del mundo, "cogiendo moscas" por los dos pitones, arrolló al de Salteras un par de veces antes de machetearlo, montar la espada, y a otra cosa.