Con un proyecto básicamente educativo, la Fundación ha creado desde 2005 un total de 14 escuelas nocturnas en las que escolarizan 540 niños de la zona de Vedanthangal, que cuenta con unos 7.000 habitantes, de los cuales el 90% se dedican a la agricultura de subsistencia.

Además, según ha explicado a Efe Eva Ricart, presidenta de la Fundación, a todos los niños de las aldeas se les ha financiado el uniforme y los libros que necesitan para acudir a la escuela pública, y se ha formado un equipo de docentes para mejorar la educación y promover hábitos higiénicos y saludables en una zona en la que la mayoría del agua está contaminada.

Con un presupuesto de 40.000 euros al año, la Fundación, que trabaja en colaboración con la ONG india Tamil Nadu Foundation, ya tiene a 22 personas trabajando en los distintos programas, y ha puesto en marcha también un sistema de microcréditos para crear pequeñas empresas y para que los mejores estudiantes puedan llegar a la universidad.

La apertura de pozos y una potabilizadora, la introducción de una planta muy nutritiva llamada moringa para completar su dieta de arroz, y la plantación de un árbol frutal junto a cada cabaña para promover el consumo de fruta son otras de las acciones de esta ONG, que también trabaja para que no se pegue a los niños y en la protección de las mujeres viudas y de sus hijos, que en la India son considerados como una maldición de los dioses.

El trabajo de esta ONG, muy efectiva porque se concentra en un ámbito geográfico muy concreto, se recoge en "Vedanthangal", un libro con DVD que el fotógrafo catalán Pep Ávila ha publicado a beneficio de la Fundación Laia Mendoza y que se pondrá a la venta esta semana, y que explica también cuál fue su origen.

Según Eva Ricart, presidenta de la ONG y madre de Laia Mendoza, después de estudiar cine y antes de incorporarse al mundo laboral, su hija decidió pasar seis meses en la ONG Servicio Civil Internacional (SCI) de la India.

Ha relatado que estaba allí cuando ocurrió el tsunami del sudeste asiático de 2004, "un acontecimiento que hizo que cambiara su proyecto de futuro".

Tras este suceso, Laia movilizó a sus amigos y familiares para recaudar fondos y ayudar a los damnificados de la zona, y con los 24.000 euros que obtuvo compró comida, utensilios de cocina, barcas y redes colectivas y material para reconstruir un pueblo de 80 cabañas.

Tras medio año en esa zona de la India, Laia regresó a Barcelona a buscar fondos y empezó a estudiar medicina porque vio que se quería dedicar a la cooperación, pero un accidente de tráfico acabó con su vida la noche de San Juan de 2005.

Ante el entusiasmo que tenía por este proyecto, la familia y los amigos decidieron crear una fundación con su nombre y seguir lo que había empezado, con la ayuda de Lluís Compte, otro catalán que Laia había conocido allí y que actualmente es el coordinador de los proyectos en la India.

Con el tiempo, las acciones también se han extendido al sector de la construcción y en 2007 la Fundación compró una máquina para fabricar ladrillos para la construcción con los que pretende reconstruir viejos edificios, construir muros para las escuelas y un espacio polivalente para el pueblo.

También sirve además para enseñar un oficio a aquellos que estén interesados, ofreciéndoles un trabajo y un sueldo que solamente podrían conseguir trabajando en áreas urbanas.