Madrid

Basada en la novela homónima de John Ajvide Lindqvist, el cineasta sueco Tomas Alfredson lleva al cine "Déjame entrar", un drama romántico en el que se mezclan vampirismo y acoso escolar, o como asegura el cineasta: «una historia de vampiros a la sueca, cargada de silencios». Y es que al ver "Déjame entrar" se entiende perfectamente el dicho popular de "no te hagas al sueco", ya que el silencio y la oscuridad son los auténticos protagonistas de este filme, rodado de noche y con niños.

«Qué mejor lugar para un vampiro que Suecia, en donde tenemos 23 horas diarias de oscuridad", asegura a Efe Tomas Alfredson, que reconoce que el «rodaje fue duro, porque tuvimos temperaturas de hasta 30 grados bajo cero, y el encontrar a los jóvenes protagonistas más». Pero el resultado sorprende y engancha al espectador, «sea o no aficionado al cine de terror». Incluso en los festivales españoles dedicados al género fantástico, como el de Sitges, San Sebastián y Málaga, "Déjame entrar", que se estrena este viernes, ha obtenido varios galardones.

La historia cuenta cómo Oskar (Kare Hedebrant), un niño callado e introvertido que sufre el acoso escolar de sus compañeros de clase, busca desesperadamente un amigo y lo encuentra en Eli (Lina Leandersson), una niña misteriosa que se convierte en su vecina.

Elí sólo sale por la noche y no le afecta el frío, pero desde que ha llegado a la ciudad varias personas han desaparecido dejando rastros de sangre.