Bobby Fischer, ex campeón mundial de ajedrez recientemente fallecido, fue un genio enteramente dedicado a ese deporte que detestaba el activismo político de su madre, de ideología comunista. Eso es lo que se desprende de cartas hasta ahora inéditas de Regina Fischer, que falleció de cáncer en 1997, y de las que informó ayer el diario "The Times".

Las cartas arrojan nueva luz sobre el precario estado mental del ajedrecista y su obsesión de ganar al soviético Boris Spassky en el famoso combate que ambos mantuvieron en 1972 en Reikiavik. Fischer no supo nunca quién había sido su padre real y presentía el hecho de que su madre fuese una comunista muy activa y constantemente vigilada por el FBI norteamericano.

Según Joan Rodker, periodista con la que se carteó Regina, que ha cumplido mientras tanto 92 años, el resentimiento de Bobby Fischer se debió a la obsesión activista de Regina, que a sus ojos no había sido una buena madre.