París.- «Deseo, pues, que se revisen las cuentas de la televisión pública, de forma profunda, y que se reflexione sobre la supresión total de la publicidad en las cadenas públicas, que podrían financiarse por una tasa salida del incremento publicitario de las cadenas privadas y por otra tasa muy pequeña aplicada a la cifra de negocios de los nuevos medios de comunicación, como el acceso a Internet o la telefonía móvil». Así, en medio de su maratoniana rueda de prensa de ayer, el presidente francés Nicolas Sarkozy anunciaba su propósito o, al menos, su idea de eliminar la publicidad de la televisión pública.

Eso no quiere decir, matizó Sarkozy, que se pretenda acabar con los canales estatales: «La exigencia y el criterio del servicio público es la calidad. Su vocación es ofrecer al mayor número de personas un acceso a la cultura, favorecer la creación francesa. No quiero decir que la televisión pública deba ser elitista o aburrida. Sólo que no puede funcionar con criterios puramente mercantiles». Así, según Sarkozy, la «revolución» propuesta, «cambiando el modelo económico de la televisión pública, cambiará por completo la política cultural en nuestra sociedad de comunicaciones».

El presidente de France Télévisions, Patrick de Carolis, aprobó la receta de Sarkozy y añadió que ésta reafirma la «estrategia editorial» de la casa. Tras este anuncio, las acciones de los viejos canales públicos ahora privatizados TF1 (grupo Bouygues) y M6 (Bertelsmann), que estaban bajo mínimos, se dispararon en la bolsa, un 8,38% en el primer caso y un 6,86% en el de la cadena del grupo alemán. El grupo Bouygues subía también un 3,24%.

Según los expertos, la concreción de las medidas de Sarkozy podrían llegar muy rápidamente, ya que la ministra de Cultura debe presentar en febrero la nueva ley sobre el espacio audiovisual.

Más crítico con la propuesta fue el sindicato CGT de la televisión francesa, que denunció que «Sarkozy le pasa la pelota al sector privado sangrando el servicio público». También vaticinó que la inyección publicitaria dotará al sector privado de una fuerza «sin precedentes».

Pierre "Mosley" Sarkozy, el hijo rapero del presidente

Pierre Sarkozy, de 23 años y el mayor de los tres hijos del presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, le está provocando más de un dolor de cabeza a su padre, y no por montar escándalos públicos como ha hecho otro de sus retoños, Jean, de 20 años, sino por su afición a uno de los géneros musicales con más tirón y prestigio en la República gala: el rap. Pierre, cuyo nombre artístico en el mundillo del rap es Mosey, ha producido una canción para el rapero negro Poison, uno de los símbolos de la resistencia de los gueto parisinos contra las políticas del presidente de la República.

Sarkozy ya logró en su momento que Pierre -fruto como Jean del matrimonio de Nicolas con la corsa Marie Dominique Culioli- se quitara las rastas. Sin embargo no ha conseguido que Mosey abandone su pasión por el rap y le ha permitido desarrollar un camino como productor musical de este género tan popular en Francia.