Roma.- El papa Benedicto XVI reiteró este lunes que existen «ataques preocupantes» a la familia tradicional, durante una audiencia con el cuerpo diplomático acreditado ante el Vaticano para repasar la situación del mundo. Se trata de la tercera ocasión en ocho días en que el líder religioso sale en defensa de la familia tradicional, desde que lo hiciera el pasado día 30, cuando saludó a los participantes en el acto "Por la familia cristiana", celebrado en Madrid.

En ese acto, la jerarquía de la Iglesia Católica en España conectó esos «ataques» a la familia con las leyes aprobadas por el Gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero en relación con el divorcio, el aborto y los matrimonios entre personas del mismo sexo. La crítica motivó una respuesta del gobernante Partido Socialista, en la que recordó a la Iglesia que es la sociedad, a través de sus representantes, la que tiene la potestad de ordenar los principios de libertad individual y convivencia.

«Lamento, una vez más, los preocupantes ataques contra la familia, formada por un hombre y una mujer» dijo ayer ante los 177 embajadores acreditados ante el Vaticano en su tradicional audiencia de principios de año, aunque sin especificar ni cuáles eran esos ataques ni dónde se producían. Al igual que los obispos españoles, que pidieron la protección de la familia tradicional, Josep Ratzinger exigió ayer a «los responsables políticos, sean del signo que sean», la defensa «de esta institución fundamental».

En su discurso, Benedicto XVI agregó que «incluso la libertad religiosa se ve a menudo comprometida» y denunció la existencia de «lugares donde no se puede ejercer plenamente», aunque tampoco los citó, a excepción de una mención previa a la persecución de los cristianos en Irak.

Tras alegrarse de la moratoria sobre la pena de muerte aprobada por la Asamblea General de la ONU, el Papa pidió «un debate público sobre el carácter sagrado de la vida humana». Esas palabras se han interpretado en relación con la interrupción voluntaria del embarazo, especialmente en Italia, donde días atrás se ha pedido desde sectores conservadores una moratoria de la ley del aborto y su reforma restrictiva.

Benedicto XVI dedicó a Europa parte de su discurso al destacar que la cumbre de Lisboa, celebrada en diciembre, abrió una nueva etapa y exigió que Europa «no reniegue de sus raíces cristianas». Tras repasar la situación concreta del mundo y citar varios conflictos, Ratzinger comentó que «la seguridad y la estabilidad siguen siendo frágiles», tras lo cual expuso su visión sobre la libertad humana. Aseguró que esa libertad la garantizan el orden y el derecho pero, en su opinión, sólo si sus fundamentos están «sólidamente anclados en el derecho natural, dado por el Creador». «Esto es así porque no se puede excluir jamás a Dios del horizonte del hombre y de la historia. El nombre de Dios es un nombre de Justicia», resaltó.

Al mismo tiempo que reclamó «el respeto sincero hacia los otros», Ratzinger condenó «el relativismo y el sincretismo», al exigir que sean excluidos del diálogo intercultural e interreligioso. Y añadió que la Santa Sede no dejará de reafirmar los derechos y los principios que, a su juicio, son «permanentes y esenciales a la persona humana» antes de hacer una observación sobre la ciencia.