María Díaz Cortés, de etnia gitana, matriarca, canastera, cumplió ayer 116 años, lo que la convierte en la más anciana de España, según el Instituto Nacional de Estadística, rodeada de su familia en su casa prefabricada, sin agua caliente, en la que vive en un asentamiento de Sevilla. Según cuentan sus familiares, María nació en 1892 en tierras granadinas, lugar que no tardó en abandonar para marcharse a Sevilla adonde llegó para buscar una nueva vida junto a su marido y asentarse en las chabolas del barrio de Triana.

Hasta entonces, María había vivido siempre en el campo; cuenta su hija Dolores Martín, que opina que quizás ésa es «la clave» para llegar a tan longeva edad, ligada a una buena alimentación y a unas ganas de vivir «muy grandes».

María tuvo cinco hijos, el quinto fue Dolores, la hija a la que su madre, ya viuda, sacó adelante gracias a la venta ambulante y a su trabajo como canastera, que le permitió, con los recursos mínimos y siempre en chabolas, formar una familia unida que ahora pide seguir al lado de la matriarca para atenderla en su delicado estado.

La abuela María -a la que sus bisnietos y tataranietos siguen llamando así- vive en una casa prefabricada, a la que llegó tras abandonar la calle Polvero, la única del asentamiento de El Vacie de la capital sevillana allá por los años 70, en la que se ubicaba la última de las chabolas donde vivió con los suyos. Pero esa casita a la que se fue a vivir no tiene agua caliente, ni calefacción, ni aire acondicionado para soportar los

más de 40º que azotan a Sevilla en verano, aunque sí tiene tres habitaciones.