El uso creciente de microcircuitos de identificación implantados en el cuerpo humano, que sirven tanto para el control de empleados como para acceder a la historia médica de sus portadores, ha creado polémica en Estados Unidos. Varias asociaciones de derechos civiles han protestado contra lo que consideran un nuevo paso en la invasión de la intimidad de los trabajadores, mientras que sus fabricantes insisten en que es una tecnología avanzada y de usos múltiples.

La empresa de videovigilancia Citywatcher.com, de Cincinnati, es la primera que ha empezado a utilizar los chips para controlar el acceso de sus empleados a las zonas de seguridad restringidas de la compañía.Su presidente, Sean Darks, explicó cómo dos de sus empleados, que se presentaron como voluntarios, y él mismo se han implantado un chip de silicona, que tiene el tamaño de un grano de arroz, se coloca dentro de la piel y funciona como una tarjeta de acceso a las áreas protegidas.