Los "Rolling Stones", desbordantes de vitalidad en las arenas de Copacabana, reunieron el sábado por la noche a más de un millón de personas en un concierto gratuito que pasará a la historia como una de las mayores concentraciones de viejos y jóvenes rockeros.

El concierto número 53 de la gira mundial "A Bigger Bang" de la más famosa banda de rock del mundo fue distinto: gratuito y al aire libre, a la orilla del mar y con un despliegue de tecnología frente a un público delirante.

El domingo por la mañana todavía cientos de personas dormían en las arenas de la playa ebrios de alcohol y rock, mientras un ejército de barrenderos recogía toneladas de basura en el popular barrio de Copacabana.

En su concierto de veinte canciones y dos horas de duración, la banda de Mick Jagger, Ron Wood, Keith Richards y Charlie Watts abrió fuego con el clásico "Jumpin´ Jack Flash", para luego pasearse por varios clásicos de los años 70, incluyendo "It´s only rock´n´roll", "Wild horses" y "Oh, no not you again". En un momento de apoteosis, Jagger se acompañó con la armónica para cantar "Midnight rumbler".

Un público sediento de buena música bajo el implacable calor del verano carioca había ocupado las arenas de Copacabana desde varias horas antes del espectáculo, que terminó al filo de la medianoche.

Pero la enorme concentración, calculada en 1,2 millones de personas por la Policía y entre 1,3 y 1,5 millones por los Bomberos, parecía entregada a la seducción de los "Rolling" y poco propensa a buscarse problemas.

El escenario estaba diseñado de tal forma que el sesentón Jagger podía desplazarse hacia los lados y hacia adelante por pasarelas de decenas de metros de largo, para bailar a sus anchas, mover las caderas y quedar más cerca de un público que lo ensalzaba al borde del delirio como al sumo sacerdote de la religión del rock.

Keith Richards también brilló al acometer "This place is empty" y "Happy", mientras que el indestructible Jagger se tomaba un poco de agua y un corto descanso.

La multitud vivió un momento de especial regocijo cuando la banda británica se juntó en una parte del escenario que comenzó a desplazarse unos sesenta metros hacia el interior de la masa humana.

A partir de ese momento, el espectáculo entró en el vértigo de piezas como "Rough justice", "Honky tonk women", "Start me up" y "Brown sugar".

Tras amagar una primera despedida, la banda salió otra vez a escena para cerrar la noche con sus clásicos «Simpathy for the devil» y «Satisfaction», el ineludible himno de los «Cantos rodados», encarado con entrega total por Jagger.