Le han sentado bien los cambios que ha ido introduciendo a lo largo de los años Luz y Vida a la procesión del Sábado de Pasión, lo que agradeció el numeroso público que se congregó en la plaza de la Catedral para ver la salida del primer desfile de tarde.
Acababan de sonar las ocho campanadas del reloj de la Catedral cuando salía el Barandales anunciando el paso de la procesión. En una jornada, un atardecer, agradable, el grupo de tambores daba paso a la Cruz de los Ausentes, una bonita y original pieza portada por cinco hermanos de una forma que no termina de parecer natural. Tres hermanos la soportan a hombros por detrás mientras otros dos la llevan sujeta por un hierro para mantener la inclinación de la pieza.
Poco a poco van pasando los distintos elementos entre las filas de cofrades de hábito monacal blanco. Los cargadores llevan a hombros la gran Cruz adornada con flores blancas.
Los pendones, las cruces, el libro de difuntos, las palabras de Jesús ("Yo soy el camino, la verdad y la vida...") antecedían al cuarteto de viento que con su suave música pone la nota fúnebre a una cofradía que tiene como principio fundacional el de honrar a los difuntos de la Semana Santa.
Daban paso a una pequeña cruz de Coomonte (la novedad de este año, junto al nuevo cordón), con el cristal como elemento definitorio y muy característica del estilo del artista benaventano con estudio en San Marcial. El Coro asomaba por el atrio entonando ya el "De Profundis", una melodía de voces masculinas que entronca muy bien con el estilo de la procesión.
Enseguida, el Cristo, la impresionante obra de Hipólito Pérez Calvo, portada por los cargadores en andas descubiertas. El proyecto es aligerar el peso de las andas con una estructura de aluminio, pero tendrá que ser ya para la procesión del año que viene. Tras el capellán salió en la procesión una amplísima representación de directivos de las cofradías de Semana Santa, encabezada por la presidenta de la Junta, Isabel García Prieto.