La Pasión compartida en Zamora, "la ciudad del alma"

Francisco Gustavo Cuesta pregona la Semana Santa zamorana en Salamanca y anuncia la llegada de "la fe y el amor"

Un momento del pregón de esta tarde.

Un momento del pregón de esta tarde. / Pablo de la Peña

M. H.

Francisco Gustavo Cuesta pregonó este lunes, en Salamanca, la Semana Santa de Zamora, de "la ciudad del alma" que "empieza a sentir una alteración del pulso" a medida que se aproxima el momento de que el Mozo atraviese el Puente de Piedra. Esa aceleración "va aumentando progresivamente con latidos de fe y amor, un amor que busca el momento de poder abrazar a los hijos de la tierra que emigraron en busca de trabajo". Las palabras del anunciador retumbaron sobre la sala del Casino de la capital charra, donde se celebró un acto solemne y, sobre todo, cargado de sentimiento.

Cuesta citó algunos de los momentos que marcan la aproximación a los desfiles; la cercanía del momento más elevado que la ciudad vive anualmente: "Se escuchan en la lejanía cornetas y tambores, los ensayos de los coros, de bandas de música, encargados todos ellos de dar solemnidad y esplendor a las procesiones. Las juntas preparatorias se suceden. Las camareras, encaramadas en los pasos sin miedo ni vértigo, vistiendo imágenes. Directivos, cotaneros y los afanados hermanos de paso ultiman detalles junto a floristas, colocan las faldillas en las artísticas y meritorias mesas de madera, que tanto caracterizan y distinguen nuestra Semana Santa, esculpidas por renombrados y afamados tallistas locales", clamó el pregonero, que recordó igualmente las tradiciones domiciliarias.

Los ritos caseros

"En las casas se inicia el rito de preparar túnicas, comprar las almendras garrapiñadas, las magdalenas, los rebojos del duro y del blando y las aceitadas, que como decía un buen amigo, las buenas y ricas son las que saben un poco a anís, las duras, las de roer", prosiguió Cuesta, que subrayó que todo se prepara "con ternura y cariño" para agasajar a los propios y acoger a los forasteros.

A partir de ahí, el pregonero repasó las procesiones, citó los instantes más especiales de cada desfile, las oraciones que rezan los fieles en cada paso adelante que va dando la Semana Santa, dejando tras de sí un pequeño poso de nostalgia por la cofradía que se encierra hasta el año siguiente. Una espera larga para una vivencia intensa, pero corta, que es efímera como la vida misma.

A través de un amplio repaso por las procesiones, Cuesta llegó hasta el final, hasta el cierre con dos y pingada: "En Zamora sigue la vida, el Duero su curso y El Bosque de Valorio queda esperando el regreso de las romerías y el prodigio de una nueva primavera".

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