Es el fiel reflejo del dolor y del sufrimiento, además de uno de los emblemas de la Semana Santa de Toro.

La venerada imagen del Santo Ecce Homo volvió a recorrer las calles de Toro en una de las procesiones que organiza Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla y que suscita un mayor fervor entre los toresanos, porque es la única de la cofradía que no calcinaron las llamas en el incendio que en 1957 arrasó la iglesia de Santa Catalina.

La procesión del Martes Santo fue muy especial para la cofradía, no solo porque en los dos últimos años el Ecce Homo no ha podido desfilar por la pandemia, sino porque por primera vez, las monjas clarisas no estaban presentes en la solemne petición que realizan los abades para que la talla abandone el convento y sea trasladada a Santa Catalina.

El capellán lee la carta de las clarisas junto a los abades de la cofradía M. J. C.

No obstante, los abades en ejercicio cumplieron con el ritual de pedir permiso a las religiosas para iniciar el traslado del Ecce Homo, autorización que habían recabado hace algunas semanas en una visita realizada al convento de la capital zamorana al que fueron trasladadas las clarisas que, hasta 2019, habitaron el de la misma orden en Toro.

La respuesta afirmativa, que las hermanas plasmaron en una carta dirigida a la cofradía, fue leída por el capellán de la cofradía, lo que permitió que se iniciara el desfile procesional.

Los hermanos de Jesús y Ánimas de la Campanilla acompañan al Ecce Homo en su traslado M. J. C.

Acto seguido, los escribanos solicitaron a los abades permiso para organizar el traslado procesional del Santo Ecce Homo y, un año más, uno de los momentos más emocionantes fue la salida de la imagen del convento, acompasada por la música interpretada por la Banda La Lira.

Los nazarenos de la cofradía iniciaron a continuación el recorrido por las calles para arropar al Ecce Homo, desfile en el que también procesionan Jesús del Perdón y la Cruz con sudario de encaje, pasos que fueron portados a hombros por los cargadores de la hermandad.

Los cargadores portan a hombros la cruz con sudario a su paso por la iglesia de San Julián M. J. C.

El traslado del Ecce Homo se celebró por primera vez en 1988 y es uno de los desfiles procesionales que más conmueve a los toresanos.

La talla, del siglo XVII y de autor anónimo, recrea a Cristo atado a la columna que, tras ser azotado muestra el escorzo de su espalda dolorida , aunque con su mirada parece buscar a sus agresores para perdonarlos y redimirlos.