Aciago lunes en la Semana Santa de Zamora. La persistente lluvia de la tarde se mostró inmisericorde. Aunque hacia la media noche parecía dar una pequeña tregua y, confiando en lo sucedido en otros años en los que igualmente la climatología fue desfavorable, los zamoranos y los visitantes cruzaron los dedos. Todos aguardaban la salida del Santísimo Cristo de la Buena Muerte.
La suspensión de la Tercera Caída pesaba en el ánimo. Pero, en una procesión a la que se ha visto incluso desafiar ventiscas de aguanieve en otros años, nadie esperaba lo que finalmente ocurrió.
Por primera vez en su historia, casi cincuentenaria (fue fundada en el 74 y la primera procesión, un año después), la Hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte se quedaba dentro de San Vicente. Las previsiones eran de agua abundante hacia la una de la madrugada y los hermanos tomaron la decisión de hacer penitencia dentro de la iglesia, ante la imagen titular. Tras dos años sin procesiones y una tarde de suspensión, la decepción pesó demasiado en el ánimo de la gente congregada en la plaza del Fresco y alrededores. Incluso se escucharon pitos en la Plaza Mayor. La falta de información, solo el boca a boca, terminaba de encender los ánimos.
¿Por ser de Penitencia tienen que salir?
Protestas alimentadas por el mito. Todas las procesiones de Semana Santa son de Penitencia, pero este hecho no obliga a que las hermandades salgan si hay circunstancias que lo impiden, tanto de tarde como de noche. Sí se echó de menos algún detalle como en la Tercera Caída, que abrió las puertas de San Lázaro para que los ecos de la marcha “Mater mea” llegaran a los que se agolpaban en las cercanías de la iglesia. Los hermanos de la Buena Muerte optaron por encerrarse y prohibir el paso al templo. Y el desconcierto fue mayúsculo, más, incluso, que la amenaza de lluvia.
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