La Opinión de Zamora

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Miguel Ángel Mateos y su Semana Santa

El historiador ocupa un lugar relevante en la historia de la Pasión de los últimos 40 años

Abril de 1989. Uno de los actos del centenario de la muerte del imaginero Ramón Álvarez. De izquierda a derecha, José Andrés Casquero Fernández, biógrafo del homenajeado, Luis Felipe Delgado, presentador de la mesa redonda, Miguel Ángel Mateos, presidente del comité organizador y Tomás Crespo Rivera, escultor.

El pasado día 26 de febrero el Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo, rindió merecido homenaje al que fuera su presidente desde 1983 a 1996, Miguel Ángel Mateos Rodríguez. Fue en 1983 cuando de su mano y la de otros valiosos colaboradores y el decisivo apoyo económico de la Diputación Provincial, se inicia el resurgimiento y consolidación de esta institución hasta llegar a nuestros días. Miguel Ángel, desde esa responsabilidad y las propias de su profesión de catedrático de instituto e historiador, ha sido una persona clave en el panorama cultural de nuestra ciudad y provincia en los últimos cuarenta años. Dan fe de ello tantas publicaciones, congresos de todo orden, becas de estudios y ciclos de conferencias de diversas temáticas que jalonaron su presidencia en el Instituto.

Miguel Ángel Mateos toma la palabra en los preparativos del centenario de Ramón Álvarez. Cedida

A la biografía escrita por José Andrés Casquero Fernández en la publicación editada recientemente con motivo de su homenaje y a las referencias a su vida y obra escritas por algunos de sus amigos y colaboradores, deseo añadir ahora la abundante y valiosa contribución del profesor Mateos Rodríguez a la Semana Santa de Zamora.

Después de concluir su carrera y el consiguiente trasiego de las oposiciones y de su puesto de profesor durante de cuatro años en Albacete, llega a Zamora, a la cátedra de Historia del Instituto María de Molina y, poco después, a un puesto de responsabilidad política como la Delegación de Cultura, cuando aún era competencia exclusiva del Estado. Miguel Ángel, reconocido ya entonces por sus numerosos artículos relacionados con la Pasión e intervenciones en distintos medios informativos locales y regionales es designado pregonero de la Semana Santa en Zamora en 1980, pregón que pronuncia acompañado de la Coral Alonso de Tejeda que dirige su amigo el maestro Emilio Antón. Tres años más tarde, Mateos y la Coral vuelven a ser pregoneros, en esta ocasión en la ciudad de Vigo. En ese mismo año de 1983, sugiere, y apoya después, la incorporación a la procesión de la Vera Cruz de la imagen del Ecce Homo, de Gil de Ronza, que se encontraba en una de las hornacinas del cementerio de las Monjas Descalzas del Corpus Christi, el Tránsito.

Mateos, sugiere en uno de sus pregones la incorporación a la procesión de la Vera Cruz de la imagen del Ecce Homo, de Gil de Ronza, que se encontraba en una de las hornacinas del cementerio de las Monjas Descalzas del Corpus Christi, el Tránsito

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Al llegar 1986 la Diputación Provincial, a través del Patronato Provincial de Turismo, impulsa y patrocina la celebración en nuestra ciudad del primer Congreso Nacional de Cofradías de Semana Santa que hasta entonces era solo un indefinido proyecto de algunas otras ciudades de igual rango y similar popularidad en este campo. La Diputación sabe que ésta es una gran oportunidad de situar a la Semana Santa zamorana entre las más populares y representativas del país y encarga al Instituto de Estudios Zamoranos las tareas de organización del mismo. El congreso se celebra en los primeros días de febrero de 1987, del cinco al ocho, y sirve para abrir la puerta desde entonces a posteriores celebraciones de este carácter que irían prodigándose posteriormente por todo el país. En su condición de presidente del Instituto, Miguel Ángel es la cabeza visible de la organización, junto con representantes de la Junta Pro Semana Santa, Obispado, Ayuntamiento, Universidad Pontificia y Caja de Ahorros Provincial que, con los de las instituciones patrocinadoras, forman el comité de organización y científico del congreso, en cuyas tareas se trabaja durante casi un año. En las mesas redondas intervienen destacadas personalidades del mundo del Arte, estudiosos de la historia de las cofradías y expertos más reconocidos en la religiosidad popular, con asistencia de más de doscientos congresistas venidos de todos los lugares del país. La exposición “El Arte Procesional de España”, paralela al congreso, exhibe una magnífica colección de imágenes, mantos, palios, estandartes, insignias, túnicas y otros numerosos enseres de las cofradías de toda España de una singular riqueza y belleza y es visitada por más cincuenta mil personas en los diez días que permanece abierta. Además en la Catedral se exhiben, excepcionalmente juntas, todas las imágenes de devoción de la Semana Santa que reciben culto en distintos templos.

Recepción de la reina Sofía a representantes del Congreso de Cofradías Cedida

Junto a Miguel Ángel, en la dirección y coordinación de las distintas labores del congreso destacan, entre otros colaboradores, Juan Carlos Alba como secretario del Instituto, Juan Antonio Hernández, gerente del Patronato de Turismo, Eduardo Pedrero, presidente de la Junta Pro Semana Santa y Julián López, canónigo de la S.I. Catedral y luego, años después, obispo de Ciudad Rodrigo y León, en representación del Obispado. El éxito de organización del congreso es tal que aún hoy día, treinta y cinco años después, se recuerda a Zamora no solamente como pionera de congresos y encuentros de esta naturaleza sino como el de mayor fundamento celebrado hasta ahora.

En el congreso se propone la creación de una federación nacional de cofradías, que presenta el propio Mateos en la clausura del mismo y que se fue diluyendo con el paso del tiempo, al chocar contra el individualismo de algunas semanas santas del país, que preferían seguir sin ningún tipo de ligaduras o convenios que, según alegaron, pudieran condicionarlas en un futuro. Escasa mira de alturas. En el libro de actas del congreso figura el texto íntegro de su ponencia.

En uno de los almuerzos de confraternización del evento, el presidente de la Diputación, Luis Cid Fontán, anuncia que, con la participación del Ayuntamiento, asegurada por su alcalde Andrés Luis Calvo allí presente, las dos instituciones acometerían la realización de un nuevo grupo escultórico para la Semana Santa que recordase la celebración del congreso y se proyectase sobre el centenario del imaginero don Ramón Álvarez que tendría lugar dos años después, en 1989. Dicho y hecho. Poco tiempo después, Miguel Ángel Mateos y Juan Carlos Alba son designados por las dos autoridades para que procedan a la redacción de las bases que regirían la convocatoria del concurso del paso de la Santa Cena, motivo o escena elegidos por las cofradías para tan generoso ofrecimiento. Con el fin de darle categoría y rectitud al concurso, los dos consiguen reunir un jurado de absoluta garantía e independencia, de grandes capacidades artísticas, demostradas por todos y cada uno de ellos. Lo forman los escultores Julio López y José Carrilero, los catedráticos y críticos de Arte, Simón Marchán Fiz y Francisco Prados de la Plaza, el catedrático de Historia del Arte, José María Azcarate Risturi, actuando como secretario y representante de las instituciones patrocinadoras, el escultor zamorano Tomás Crespo Rivera.

Al frente del Instituto de Estudios Zamoranos organizó el Congreso de Cofradías que, en 1987, patrocinado por la Diputación, situó a la Semana Santa de Zamora entre las más representativas de España

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Reunido en Zamora el jurado el 14 de enero de 1989 y examinadas las maquetas de los diez escultores o imagineros que concurrieron a la convocatoria, el jurado declara por unanimidad dejar desierto el primer premio del concurso, la adjudicación de la obra, concediendo tan solo un segundo premio a la maqueta presentada por el escultor Fernando Mayoral Dorado y declarando desiertos los restantes premios secundarios. Para las dos instituciones y para Mateos y Alba, supone una gran desilusión tal decisión pero ello refuerza la idea de la seriedad e imparcialidad con que actuó en todo momento el jurado elegido por los dos. Meses más tarde, ambas instituciones, Diputación y Ayuntamiento, con el evidente interés de la Junta pro Semana Santa, acuerdan seguir adelante con el proyecto del nuevo grupo escultórico, entrevistándose con Fernando Mayoral, al ser el único escultor que recibió una mención del citado jurado del concurso. Se le pide una nueva maqueta, a mayor escala y, tras ser aprobada, se firma el contrato y el resultado meses después, en la Semana Santa de 1991, ya es conocido por todos. Y admirado desde entonces.

En 1989, la Diputación, sobre todo por el interés personal de su presidente, Luis Cid Fontán, vuelve a poner sobre los hombros del Instituto, y por ello de Miguel Ángel y equipo, la tarea de organizar conjuntamente con la Junta pro Semana Santa, Obispado y Ayuntamiento la conmemoración del centenario de la muerte del imaginero Ramón Álvarez, a cuyo aniversario quería dársele la mayor solemnidad y trascendencia. Una magna exposición de su obra en la Catedral, irrepetible por su grandeza y presentación, y la edición de un libro, son los hitos más destacados de esa conmemoración. El trabajo de Miguel Ángel y de los directivos y socios en esos años, supuso para el Instituto de Estudios Zamoranos la concesión en 1990 del Barandales de Honor por parte de la Junta pro Semana Santa.

En 1991, al cumplirse el cincuenta aniversario de la fundación de la cofradía de Jesús del Vía Crucis, la junta directiva de la misma se dirige al Instituto de Estudios Zamoranos solicitando su colaboración en la compleja empresa de reunir a catorce pintores y catorce poetas zamoranos para confeccionar y dar forma a un monumental Vía Crucis del Arte zamorano, idea que es hoy una espléndida realidad y patrimonio de enorme valor material y artístico de la cofradía. Es posible gracias al apoyo de Miguel Ángel con la eficaz ayuda de los vocales Antonio Pedrero Yéboles y Miguel Gamazo Pelaz, que coordinan la elección de artistas y poetas. Todos los seleccionados ceden gratuitamente sus obras. Algunos de ellos ya han fallecido pero ahí están sus dibujos o poemas.

En 1993 el Instituto de Estudios Zamoranos vuelve a implicarse en una actividad semanasantera, con la organización del “Tercer encuentro para el estudio cofradiero en torno al Santo Sepulcro” que tiene lugar en Zamora con motivo del cuarto centenario de la Real Cofradía del Santo Entierro. En él, Miguel Ángel y su esposa, Rosa María Capel Ruiz, desarrollan una ponencia titulada “en torno a la Real Cofradía del Santo Entierro: su iconografía procesional.”

En 1986 participa en el documentado dossier que el Ayuntamiento de Zamora envía al Ministerio de Cultura para obtener el título de Interés Turístico Internacional para la Semana Santa de Zamora

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En el mundo de las publicaciones, Mateos tiene también presencia muy destacada. En 1986, invitado por el Ayuntamiento de la ciudad, participa junto a otros estudiosos de los diversos aspectos de la Semana Santa de Zamora en el documentado dossier que el Ayuntamiento de Zamora envía al Ministerio de Cultura para obtener el título de Interés Turístico Internacional, logro que se consigue en ese año y que tendrá una notable repercusión en el futuro de la celebración y en la vertiente turística de la ciudad. Del documento se hacen varias ediciones, profusamente repartidas por distintos lugares del país. En él, Miguel Ángel es encargado de redactar un minucioso estudio de la imaginería procesional de nuestra Semana Santa.

En 1989, en el libro “Ramón Álvarez”, al que antes hice referencia, compuesto de tres capítulos, Mateos se encarga del titulado “La Zamora del siglo XIX. La época de Ramón Álvarez”. Jesús Urrea Fernández, director entonces del Museo Nacional del Escultura de Valladolid, escribe sobre la obra escultórica del imaginero, correspondiendo a José Andrés Casquero Fernández una pormenorizada biografía de don Ramón, cuya vida personal y social era hasta entonces poco conocida.

En 1992, Miguel Ángel coordina el libro “La Semana Santa de Zamora” que se ofrece en fascículos a los lectores de “El Correo de Zamora” en la cuaresma de ese año. Además de seleccionar temas y expertos en cada uno de los capítulos trazados por él, se encarga de “ Historia contemporánea y la imaginería en los siglos XIX y XX”. Hoy día sigue siendo un libro de obligada consulta para los estudiosos y seguidores de la Semana Santa.

Obra excepcional

Al año siguiente, en 1993, la editorial Edilesa y la Junta de Castilla y León le encargan la coordinación de un libro aún más ambicioso, al ampliar el radio de acción de esta secular manifestación religiosa y popular al ámbito de toda la Comunidad autónoma. El libro se titula “La Semana Santa en Castilla y León”. Miguel Ángel se responsabiliza de la selección de los expertos de todas y cada una de las más significadas y redacta el capítulo dedicado a Zamora, con una descripción de la historia de las hermandades y cofradías y de la imaginería y marco histórico y artístico que rodea esta celebración. Igualmente este libro sigue siendo, tantos años más tarde, referencia obligada a la hora de conocer los numerosos y singulares aspectos que presenta la Semana Santa en tantos lugares de la comunidad.

En 1997 la editorial Everest publica el libro “Zamora y su Semana Santa”, incluido en la colección que dedica a las más populares del país. Para esta labor la editorial contrata a Miguel Ángel, que una vez más demuestra sus muchos y notables conocimientos de la historia de la ciudad, de sus monumentos y paisajes, de su Semana Santa y de su imaginería.

Hay que añadir por último que, a lo largo de todos estos años, Miguel Ángel Mateos ha publicado en los periódicos locales y en las revistas especializadas de Semana Santa numerosos artículos referidos a la historia y arte de las cofradías locales que han enriquecido los conocimientos, en ocasiones escasos, que se tenía de ellas.

Solo queda desplazada por el tiempo y su dificultad y envergadura, su iniciativa de la procesión magna de la tarde del Sábado Santo, idea que defendió desde sus años mozos y que algunos otros ilustres zamoranos habían sugerido antes que él en los años cuarenta del pasado siglo en los medios locales. En su último artículo, publicado en 2017 en la revista IV Estación, retoma esa idea de la magna procesión del sábado santo como viacrucis procesional.

En síntesis, ésta es la trayectoria de Miguel Ángel Mateos Rodríguez en la Semana Santa de Zamora, en cuya historia de los últimos cuarenta años, como he señalado, ocupa un lugar relevante. Con el mayor de los afectos.

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