Si los zamoranos no perdonaron el pasado año el plato más tradicional de la Semana Santa —con permiso de las sopas de ajo de la madrugada del Viernes Santo— a pesar de la pandemia y de estar confinados en casa, mucho menos iba a poder esta nuevamente atípica semana de Pasión con uno de los almuerzos más contundentes y esperados por muchos para rematar el Domingo de Resurrección.

Una familia almuerza la tradicional comida de Domingo de Resurrección en un restaurante. | Jose Luis Fernández

El dos y pingada fue el plato estrella de muchos bares y restaurantes de la capital durante la jornada de ayer domingo. Las cocinas de estos establecimientos no pararon desde el mediodía de freír huevos —dos por ración, de ahí el nombre del plato— y lonchas de magra o jamón. Pero hace tiempo que la austeridad de este menú ha dado paso a una combinación más completa y no es extraño añadir otras delicias del cerdo, como lomo, chorizo o morcilla, para incluir ese extra de energía. Incluso, algunos optaron por acompañar todo ello con una buena ración de patatas fritas.

Una pareja, a punto de degustar el plato en una terraza. | J. Luis Fernández

Los más “valientes” se atrevieron también a rematar este menú nazareno con unas torrijas de postre y un par de aceitadas para acompañar el café y la sobremesa, que se pudo alargar en las terrazas de los restaurantes gracias al buen tiempo y el sol que quiso escoltar a los comensales mientras hacían la digestión y rememoraban una Semana Santa que ha dejado un sabor agridulce entre los zamoranos, pues tan solo se ha podido vivir a medias, sin las procesiones que tanto se añoran desde las últimas de 2019, pero con la posibilidad de haber podido disfrutar un poco del ambiente que todos los años se vive por las calles de Zamora en esta época.