Después de resucitado, Jesús está cercano a los hombres. Cada uno busca sus respuestas donde cree conveniente. El paso de Jesús de la muerte a la vida, para mí, es la respuesta que da el sentido de la vida. Día a día le pregunto y me responde. A Él recurro con intercesión de la Madre, siempre una madre allanla el camino para nuestros objetivos.

Hoy, es día de recuerdos, recuerdo mis venidas a Zamora montados en un autocar de la compañía Auto-Res, soñando con un rio verde-marrón como lo pinta Antonio Pedrero, recuerdo una noche llenas de desvelos por volver, recuerdo un frio húmedo, recuerdo una maleta de pata de gallo y cartón, llena de aire que me traía el olor de Zamora y su Semana Santa, y recuerdo el murmullo de un gentío camino de la Catedral… recuerdo mi niñez y solo dibujo la cara de mi padre.

También recuerdo la Semana Santa pasada fatigado en cama, mezclando la intranquilidad con los sentimientos. Asistido de nuestra televisión local, percibiría cómo Zamora no era una auténtica aglomeración de gente que regresaba fiel a las tradiciones y obligaciones que nos marca el calendario. No escuchamos en los corrillos típicos de la semana santa: “Y el tiempo no ha podido ser mejor”, “la Rúa era un auténtico hervidero de gente”, “muchas caras conocidas”… pero descubrimos la gran labor de los medios de comunicación, ofreciendo información y haciendo soñar con un tiempo mejor. No era pesadumbre ni tristeza, era estremecimiento.

Aproveché para recordar y contemplar todo aquello que tenemos a nuestra disposición y no valoramos, quizá soñé que yo sería mejor. Un año después, contemplo que todas mis buenas intenciones eran un espejismo. Sigo soñando con ser mejor, día a día lo intento y lo ofrezco. Nadie me dijo que era tan inalcanzable, tantas veces puede más la tierra que nos tragará, que un futuro a nuestro alcance lleno de Paz y cosas sencillas. Es la controversia por un mundo mejor. El pensamiento de la muerte ilumina la vida, pero a veces las dudas, los sinsabores, te enmudecen, te alejas, vuelves… es una realidad que debemos tener siempre ante nosotros, siempre hay una luz que ilumina la vida.

Sabemos que La Pascua de Resurrección es la fiesta central de la cristiandad. Seguramente habrá otras más glamurosas, pero esta es la mejor herencia que nos dejaron nuestros padres y la más bella que podemos dejar a los demás. Está fundamentada en la fe y no en oropeles y “champán”, que vienen bien de vez en cuando y que tanto se agradecen, pero que son efímeros. Esa mano triunfante es signo de salvación para la humanidad y constructor de la paz y de la justicia. Abramos el corazón a Cristo muerto y Resucitado para que nos renueve un año más y sigamos su caminar por las calles de Zamora, mostremos y sintámonos orgullosos al elogiar a un hombre crucificado por nuestra Salvación.

Hoy, un año más tarde, sigo buscando un horizonte nuevo, una inspiración que me permita trasmitir a nuestros descendientes un legado igual o mejor del que me entregaron, vivir sin miedo. Evoco una Semana Santa, la pasada; y la actual para la memoria, en la que no oímos que “afortunadamente todas las procesiones pudieron salir” y en la que se pudo ver que el color negro continúa siendo el preferido. No lo logro, no lo entiendo, no soy fuerte, no estoy preparado, me siento en deuda con los que nos precedieron. No veo la forma de trasmitir esa Fe, con la fuerza, arranque y seguridad que debería. Pero también sé que Jesús Resucitado está aquí entre nosotros. Lo presentimos, Lo sentimos. La Virgen iba tras su hijo, triste y derrumbada, suplicando al cielo, con un nudo en la garganta y en un momento entra en Zamora Él Triunfante, es La Resurrección, el comienzo de un tiempo nuevo y para la ocasión, una alborada con carácter solemne, en honor a la realeza. La Victoria.

A veces, me encontré llorando en noche de invierno, de duda, y no supe hablarte, pero sabía que estabas.

¡Feliz Pascua de Resurrección!