Pocas veces ha despertado el desfile de la Vera Cruz de Zamora tanta expectación como en el año 1991. Los zamoranos salieron en masa a las calles para presenciar la puesta de largo de la Santa Cena, de Fernando Mayoral, la imagen con la que la cofradía daba una vuelta de tuerca a la Semana Santa de la capital. El resultado no pudo ser mejor. La sociedad zamorana reconoció la labor del escultor que, con la elaboración de este nuevo paso, revitalizaba la más veterana de las cofradías de Zamora. Desde entonces, la Vera Cruz y la Santa Cena cumplen años a la vez. En el caso de la imagen de Mayoral, este año se celebran tres décadas desde su “presentación”.

A pesar de la premura con la que la Vera Cruz encargó a Mayoral la nueva imagen, el escultor no se tomó el trabajo como una labor contrarreloj. La escultura se terminó en el tiempo de trece meses con un trabajo “bien rematado”. El realismo es una de las características principales de la escena que representó Mayoral. Todos los modelos que se sientan a la mesa, desde Jesús a los apóstoles, pasando por las viandas sobre la mesa o el perro de Judas tirado en el suelo —en actitud de vergüenza por los actos de su amo— están a tamaño natural. Sin ir más lejos, el propio hijo de Mayoral posó para dar forma a San Juan, el apóstol amado, sentado a la derecha de Jesús.

Detalles de la Santa Cena. LOZ

Los rostros supusieron el principal reto del escultor. Ninguno es igual a otro. La idea de que el espectador no pasará por la imagen con una visión general, que se detuviera y analizara las caras que se representaban, se consiguió. El reto era mayúsculo: intentar reflejar el carácter de cada uno de los trece comensales de la Santa Cena.

Las referencias se cuentan por decenas. No hay que buscarlas tanto en los textos bíblicos, poco descriptivos de la imagen de los protagonistas, como en el arte. El “Lavatorio” de Tintoretto sirvió de referencia, por ejemplo, para la realización de la mesa, una mesa de “tela de madera”, con pliegues “como los que debe llevar una escultura”, reflexionaba el autor en declaraciones hechas a este periódico hace ahora treinta años.

En la Santa Cena de Zamora, los apóstoles dialogan entre sí. Jesús les acaba de decir que uno de ellos le va a traicionar. El perro de Judas, que sabe la respuesta, se avergüenza. Y mientras, sobre la mesa, hay una gran simplicidad de elementos. “Aunque no hubiera nada, seguiría siendo la Santa Cena”, apuntaba el autor. Pero algo hay, y las referencias a Zamora están aquí muy marcadas. Un plato con varias truchas sanabresas hace un guiño a la zona oeste de la provincia de Zamora. El pan que está frente a Jesús toma la forma de los que se elaboran en la localidad de Carbajales y la jarra del vino es de Pereruela. Santiago el Mayor está inspirado en Casimiro Lorenzo Prieto, encargado entonces de La Flagelación y persona muy reconocida dentro de la cofradía. Fue el toque zamorano para una cena que, desde hace treinta años, se celebra pronto: bajo el sol de las tardes del Jueves Santo.

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