En el “sobrao” de la casa familiar de Juan Gallego, en la parte baja de la localidad de Bercianos de Aliste, un baúl oculta el legado del sastre. Bajo la tapa convexa del arca, y bien protegidas para evitar su deterioro, dos capas pardas resisten al paso del tiempo. Su artífice y dueño murió hace más de veinte años, pero dejó sus prendas como muestra de un trabajo que trasciende a su entorno más cercano. En las casas vecinas o a kilómetros de este rincón de la provincia de Zamora, su sello también ocupa habitaciones y armarios; para muchos de sus dueños, la capa representa además un sentimiento único.

Sergio, el nieto veinteañero del sastre, muestra con orgullo las creaciones de su abuelo, al que apenas conoció, pero del que guarda historias y homenajes. No en vano, en los últimos años, Bercianos ha reconocido la labor de Juan Gallego como creador de muchas de las capas que han ido desfilando en las últimas décadas durante la tarde del Jueves Santo en la localidad. La Semana Santa del pueblo ha ido ganando fama gracias al impulso de hombres como él.

Sergio López, con la capa de su abuelo Emilio Fraile

También ha crecido la Pasión de la mano de personas como Prudencio. Este octogenario vive a la vuelta de la que fue la casa de Juan Gallego, y aún conserva una de sus capas. A pesar de sus achaques y del peso de la prenda, el vecino de Bercianos se la echa por encima aún con orgullo. Su tiempo en las procesiones ya pasó, ocurra lo que ocurra con la pandemia, pero su entrega hacia una Semana Santa única permanece intacta.

Prudencio, junto a su mujer Emilio Fraile

Prudencio echa en falta la quietud y el respeto de antaño en las procesiones de Bercianos, especialmente en la del Santo Entierro que, antes de la pandemia, ya congregaba a cientos de curiosos para seguir “in situ” el ritual del desenclavamiento y el recorrido posterior por las calles de la localidad. Ahora, el pueblo pasará la semana inmerso en el silencio; esta vez, por cuestiones ajenas a la tradición. El virus todavía manda.

Este vecino de Bercianos recuerda la figura de Juan Gallego, con quien le unía un trato de mayor arraigo que el de la propia vecindad. Ese cariño se desprende también durante la breve charla con el nieto del sastre, aunque la conversación se desvía pronto desde la prenda hacia la fe. Prudencio aún recuerda los años en los que tuvo que faltar a la Semana Santa por culpa de su trabajo en una metalúrgica de San Sebastián. Fueron la excepción. La devoción reclamaba su lugar en estas fechas.

Las capas, en el "sobrao" de Juan Gallego Emilio Fraile

No en vano, según explica el presidente de la cofradía que engloba a todas las procesiones de Bercianos, Fernando González, el colectivo cuenta con 230 hermanos; el pueblo tiene 80 habitantes. Ese dato deja patente el peso que tiene la Semana Santa en la localidad y, por ende, el valor que alcanzan las prendas que portan los fieles durante los recorridos.

Aparte de las capas pardas, la vestimenta completamente blanca del Santo Entierro también aparece como elemento icónico de esta Pasión alistana. Fernando González aprovecha la ocasión para aclarar una cuestión: “Aunque todo el mundo dice que vamos con nuestra mortaja, para nosotros es simplemente la vestimenta que llevamos en la procesión. Solo se convierte en la mortaja en el último viaje de cada uno”, señala.

El presidente de la cofradía da explicaciones en el interior del centro de interpretación de la Semana Santa de Bercianos, un espacio aún cerrado al público, aunque algún turista se asoma para interesarse por lo que hay dentro. De nuevo, las capas pardas y los trajes blancos ocupan una parte clave de la escena, como ejemplo de la importancia que tienen las prendas a la hora de aportar valor a los rituales. Nada sustituye a la fe, pero la compañía de los trajes le da un envoltorio tan místico como atractivo para quien lo mira desde fuera.

Ya en el exterior del centro de interpretación, junto a la iglesia, una placa recuerda a Juan Gallego por “mantener viva la memoria” de la confección de la capa alistana. Él siguió una tradición ya antiquísima; otros como María, otra vecina del pueblo, han seguido también sus pasos. Cuando todo esto pase, sus creaciones saldrán del baúl y volverán a las calles.

Interior del centro de interpretación de la Semana Santa de Bercianos Emilio Fraile