Anda Zamora de luto desde antes del tiempo litúrgico de la Pasión. La estameña, el raso y el terciopelo no tuvieron tiempo de orearse y el cíngulo que nos ciñe a toda la Humanidad es el de una corona de espinas de infinito dolor y sufrimiento. En las calles y aceras por donde debían hollar los pasos de los penitentes, florecen hoy amapolas rojas, emulando a los adornos de rosas, claveles y lirios que se mustian en los viveros sin haber prestado su color a Cristos y a Vírgenes. La Vía Dolorosa se extiende por el orbe y los más afortunados de los mortales exhiben su corazón generoso de cirineo ante la cruz que aplasta a los más vulnerables.