Con la misma humildad, pero el mismo cariño que si hubiera muerto uno de ellos, alguien de la familia, los hombres y mujeres de Bercianos de Aliste y, tras presentáreselo a su madre, lo acompañaron hasta el cementerio, arropado por sus mortajas de lino blanco, el paño pardo de sus capas y los mantos negros de las mujeres. Una de las celebraciones más auténticas y originales de la Pasión y muerte de Jesús.