La ceremonia del Encuentro entre el Cristo Resucitado y su madre ayer en la Plaza Mayor puso el broche de oro a la Semana Santa.Los cohetes comenzaron a sonar a las ocho de la mañana

y con más intensidad minutos antes de las nueve, hora de salida de los cofrades de la iglesia de La Horta que, según acompañen al Resucitado o a la Virgen de la Alegría o del Encuentro, realizaron un itinerario distinto hasta alcanzar el ágora principal de la ciudad.

La comitiva del Resucitado caminó por calles de la Horta y enfiló hacia el casco antiguo por la cuesta del Pizarro para en la plaza de Fray Diego de Deza hacer fondo y asistir al tradicional desayuno que dispensa en el patio de su casa el hermano Antonio Pedrero Yéboles, quien recibió su obsequio como hermano de honor de Resurrección, acordado en la última asamblea general. Tras entregarle la presidenta Verónica Pedrero la acuarela protagonizada por el Resucitado, el artista obsequió a la viuda de Gabino Bobo, su amigo recientemente fallecido que durante 50 años compró los churros para el ágape, con una obra y el autor del Nazareno de La Congregación y agradeció públicamente a Antonio Castro el obsequio del aguardiente desde hace décadas.

Pasaban unos minutos de las once cuando desde la calle Renova avanzaban los primeros cofrades de la Virgen hacia la Plaza Mayor al son tocado por Javier Izquierdo que, en esta ocasión, lució una peculiar chaqueta. La Madre caminaba hacia el edificio del Ayuntamiento y el Cristo lentamente encaminaba sus pasos hacia el centro del espacio público ante la atenta mirada de miles y miles de personas y de los cofrades. Cuando las imágenes ya estaban casi situadas a la misma altura comenzaron a girarse lentamente. En cuestión de segundos, madre e hijo estuvieron cara a cara y el manto negro de la Virgen cayó, sonó el himno nacional, se dispararon salves y confetis al tiempo que los cofrades elevaron sus vistosas varas. Gesto que repitieron, tras sonar la Alborada y descender todos los hermanos Balborraz, cuando el Resucitado y luego la Virgen accedieron a la iglesia de Santa María de La Horta. ¡De hoy en un año y feliz Pascua, se decían unos a otros. El inicio de la vida eterna.