Arrancó la Pascua en un día luminoso y soleado. Varios miles de personas, como es habitual todos los domingos de Resurrección, abarrotaron la plaza Mayor de Benavente para presenciar la ceremonia de la Caída del Manto. La Virgen de las Angustias paró en la calle Carnicerías. Una camarera desprendió los alfileres de la túnica negra lo justo para facilitar la caída.

Pasaban varios minutos de las 13.30 horas cuando la Virgen entró en la plaza mientras Cristo Resucitado hacía lo propio por la calle que da a la plazuela de San Juan. El rito, por conocido, no resulta menos espectacular todos los años. El encuentro entre las dos imágenes en el medio de la plaza tenía pendientes a un par de decenas de niños vestidos con túnicas blancas y bandas azules a la cintura. Las tres venias entre las imágenes constituyen la señal. La túnica negra de la Virgen de las Angustias comenzó a deslizarse hacia bajo mudando por un esplendoroso manto blanco.

"¡Vamos, ya ha caído el manto!", avisó una joven al cuidado de los chavales, que se apresuraron a quitar la tapa a dos cajas de cartón. Las palomas remontaron el vuelo, maniobrando para esquivar el paso y a los costaleros. Volaron en oleadas, incluso una paloma quedó atrapada en la caja hasta que los chavales pudieron sacarla de la caja. Entonces llovieron los claveles sobre las imágenes y sonó el himno nacional.

Cristo Resucitado y la Virgen maniobraron para salir de la plaza hacia La Encomienda y comenzar el lento descenso hasta la Ermita de la Soledad donde se recogerán hasta la Semana Santa de 2020. La Pascua durará ahora 50 días, pero en apenas ocho, los benaventanos volverá a la plaza con la Virgen de la Vega para pedir el Toro Enmaromado.