Con un poco de retraso y mucha emoción, la Marcha Fúnebre de Thalberg acabó sonando en la madrugada zamorana para la partida de La Congregación. La lluvia demoró unos minutos el tradicional ritual del Cinco de Copas, pero el susto se quedó en eso. El desfile pudo lucirse sin problemas en una jornada en la que, de nuevo, las calles volvieron a llenarse para contemplar el paso de los cofrades y las imágenes.

Y eso que, durante las primeras horas del Viernes Santo, muchos hermanos se quedaron en vela mirando al cielo. El agua no cesaba y las imágenes aguardaban bajo techo sin que sus devotos supieran si iban a poder exhibirlas poco después. De hecho, ya pasadas las cinco de la mañana, la lluvia continuaba y se barajó la posibilidad de la suspensión o del recorrido corto. Los expertos resolvieron las dudas: adelante con el trayecto completo.

Los responsables de la cofradía se atrevieron tras la recomendación y acertaron: la borrasca se alejó y respetó el paso de una de las hermandades con más arraigo de la Semana Santa zamorana. Las dudas provocaron que la subida se realizara con menos hermanos de lo habitual, y es que el riesgo de suspensión echó atrás a algunos. El volumen de cofrades aumentó considerablemente tras la parada en Tres Cruces, ya con la certeza de que el tiempo sería benévolo.

De este modo, la procesión discurrió como debía, con varias filas de espectadores en las aceras admirando la restauración de La Caída y su nueva corona, observando la calidad del Nazareno de Pedrero en su vigésimo aniversario o escuchando la nueva marcha de la Agonía, compuesta por el director de la Banda de Zamora, Manuel Alejandro López.

Especial expectación tuvo el paso de los cofrades de túnica negra por la zona de la Plaza Mayor, ya cerca del mediodía. Redención, Las Tres Marías, La Verónica o La Crucifixión accedieron al Museo de Semana Santa entre la multitud, que pudo disfrutar del estreno del Viernes Santo sin sobresaltos.

La Agonía, una imagen de primeros del siglo XVII, entró a su hogar ya pasadas las doce y media mientras zamoranos y turistas observaban encaramados a donde podían. Antes, muchos tuvieron tiempo también para honrar la tradición gastronómica y comer las sopas de ajo o el chocolate con churros en la zona de Tres Cruces, donde la procesión para a descansar. Al cierre, salud y fe para salir el año que viene.