Bercianos de Aliste revivió en la tarde de Vienes Santo la Pasión y Muerte Cristo con un sobrecogedor y emotivo Santo Entierro camino del Calvario: religiosidad y sencillez, luto y dolor, en una de las Semanas Santas más históricas y emblemáticas de España, gracias a los hombres y mujeres de un pueblo que ha sabido transmitir generación tras generación, de padres a hijos y de abuelos a nietos, sus raíces, tradiciones y señas de identidad más puras.

Día gris, de desesperanza y una amenaza de lluvia que finalmente no llegó y facilitó un desarrollo normal de todos los actos. A las 12 de la mañana el párroco Fernando Lorenzo Martín oficio los Santos Oficios.

Caía la tarde y hacia las 16.30 horas comenzaba el entierro del señor. "Perdón oh Dios mío / Perdón y clemencia / Perdón y Piedad": un sobrecogedor canto, desgarrador, rompía los sonidos del silencio de la iglesia parroquial de San Mamés y los penitentes fueron saliendo de uno en uno, sin prisa, pero sin pausa, al encuentro del Crucificado.

El joven religioso Pedro Faúndez Mayo, rector de los seminarios de Zamora, reflexionó en voz alta sobre la vida y obra de Jesús de Nazareth y sus avatares en un emotivo Sermón del Descendimiento "Sigue Señor aunque solo sean unos días al año, recordándonos tu mensaje de amor, aunque luego volvamos a lo de siempre. Sigue Señor sacudiendo en lo más profundo de nuestro corazón tu amor infinito, no te canses, tal vez alguno de nosotros se convierta."

Y llegó el desenclavo de pies y manos. Cristo Muerto, el crucificado, se convirtió en yacente y tras ser entregado a la Virgen María, arropada por las mozas de Bercianos, fue depositado en su Urna de Cristal.

Hombres y mujeres entonaron el miserere alistano con sus sobrecogedores tonos en castellano y latín helando la sangre en las venas. Era día de luto y el pendón negro" abrió el cortejo fúnebre, luego el morado, seguido de penitentes con una túnica de blanco lino que cuando les llegue la hora será su mortaja. Los ancianos, los viudos y los mozos vistiendo la ancestral cap parda de honras y respeto: paños pardos de oveja negra, de raza castellana.

Tras ellos la Virgen Dolorosa portada por las mozas y seguida por la mujeres de mantón y pañuelos negros de luto y dolor. La muerte llevó al dolor, el dolor al luto y el luto al pardo y al negro. Eso es fe, devoción, la que nace del corazón y no de quienes reniegan de sus orígenes (unos) o de quienes predican un acosa y hacen lo contrario (otros), que de todo hay en la viña del Señor.

Allá en el calvario el Cristo de la Cofradía descansó sobre la cruz de la crucifixión y se entonaron las "Cinco Llagas", para regresar bajando la empinada cuesta hasta la iglesia de San Mamés.