La urna de metracrilato volvió a ser de utilidad ayer a la Hermandad de Jesús Yacente, ya que sirvió para proteger al Cristo de las inclemencias meteorológicas, presentes durante toda la jornada del Jueves Santo, aunque al final la lluvia no logró aguar del todo ninguna de las procesiones de la jornada.

Estaba previsto, debido a las previsiones meteorológicas utilizar el dispositivo, que tiene una válvula para meter un gas que evita que se forme vaho, con lo cual la imagen del Cristo es perfecta y se evitan daños en su policromía.

Y también estaba previsto acortar el recorrido, con la finalidad de que una procesión con lluvia se haga menos penosa para los cofrades. Es cierto que se trata de una hermandad de penitencia, pero también que en caso de que la lluvia arrecie, como ya ha ocurrido algún año más, las túnicas de los cofrades se van empapando, lo que hace penoso el desfile.

Procesión de la Penitente Hermandad de Jesús Yacente

Procesión de la Penitente Hermandad de Jesús Yacente

Menos camino

Así, la procesión salió por donde estaba previsto, desde la iglesia de Santa María La Nueva por la plaza del mismo nombre, calle Hospital, Las Damas, Plaza de Hilario Tundidor, Plaza de Viriato, Plaza de Claudio Moyano, Eduardo Barrón, bajada por la Cuesta de San Cipriano, la plaza de Santa Lucía, la calle Puente, la avenida de Vigo, para subir de nuevo hacia el Casco Antiguo por la Cesta del Pizarro, Cuesta de San Pedro y la Plaza de Fray Diego de Deza.

A partir de este punto es donde el recorrido se desvió del itinerario previsto, ya que en lugar de continuar hasta la Catedral, tuerce por el Arco de San Ildefonso y por la Rúa de los Notarios, toma Sor Dositea Andrés hasta las Damas y continuar or la Plaza de Hilario Tundidor hasta la Plaza de Viriato, donde tiene lugar el canto de Miserere, protagonizado por un coro de voces masculinas que cantan una obra en latín, El Miserere, del padre Alcácer, de casi ocho minutos de duración. La traducción de las primeras estrofas podría ser aproximadamente: "Misericordia, Dios mío, por tu bondad, misericordia. Por tu inmensa compasión borra mi culpa, lava del todo mi delito, limpia mi pecado. ¡Oh Dios Misericordioso, escúchame!. Reconozco mi culpa, soy un pecador. Contra ti solo pequé, cometí ante tus ojos la maldad que aborreces. Tu que juzgas con justicia, tu que dictas la sentencia más acerada, mírame, en la culpa nací, mi madre me concibió pecador. Se que tu amas la sinceridad en el corazón, siempre has inculcado sabiduría dentro de mi, rocíame ahora con el hisopo".

Se trata del momento cumbre de la procesión, que se canta mientras los hermanos entran en la plaza. Terminado este acto, la procesión se recogió en Santa María La Nueva.